ALEPH
Para no olvidar
El domingo 4 de octubre de 2014, una valiente magistrada provocó un cisma en el Sistema Judicial de Guatemala. Me refiero a la doctora Claudia Escobar Mejía. Nosotros no percibimos su intensidad, pero mucho de lo que vemos hoy, se debe a ella y a otras abogadas como María Cristina Fernández y Patricia Gámez, que han venido poniendo el dedo en la llaga desde hace tiempo. En la nota de entonces del periódico La Hora, Escobar señalaba haber entregado pruebas a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), luego de haber sido presionada por el diputado Gudy Rivera (PP) para fallar en un amparo a favor de Roxana Baldetti. Su reelección por el Congreso para una nueva magistratura dependía de ello.
Hoy, esto parece cosa del pasado. Pero estamos para no olvidar lo importante y a las personas importantes. Una de ellas la valiente exmagistrada, quien hubo de renunciar a su reelección como magistrada de Salas de Apelaciones y prácticamente a su carrera profesional en las cortes guatemaltecas, luego de la denuncia. Las presiones psicológicas a partir de entonces no cesaron. No somos parientes y muy poco la conozco, pero es una mujer de la que Guatemala puede sentirse orgullosa. El año pasado, la sociedad civil pidió detener las elecciones de magistrados para las Cortes y Salas de Apelaciones, debido a hechos de corrupción y a una serie de irregularidades detectadas a lo largo de todo el proceso de selección. La Corte de Constitucionalidad no lo permitió. Fue en ese marco en el que Claudia Escobar levantó de nuevo los señalamientos que ya venía haciendo desde tiempo atrás.
Tres días después de la primera denuncia, ella, junto a otros más de cincuenta jueces, dijo: “Nosotros los jueces independientes no pedimos favores. Y es precisamente por eso, porque nuestros compañeros no han prestado ni pedido ni hecho favores, que muchos no han sido escogidos”. Entre todos denunciaron la falta de independencia judicial, los vicios en los procesos de selección de magistrados, la politización de la justicia y el manoseo a las Comisiones de Postulación. Con ello, quebraron desde dentro un orden clientelar, mafioso y oscuro. Pero eso ha implicado para muchos de ellos un estado de apartheid.
Claudia Escobar tiene una hoja de vida impecable y no padece del mal de cola machucada que tantos tienen en este país. Fue una de las fundadoras del Instituto para la Judicatura en Guatemala, entre mucho más que podríamos decir. Es más, hereda de su madre un legado invaluable: la ética. También abogada y jueza en su tiempo, la madre ganó la defensa de un caso sin ceder a las presiones que sufrió por ello, pero ello también implicó perder su judicatura. Vaya si no hay mujeres de valía en esta tierra nuestra y si no se recupera la fe de a poquito en una de las profesiones más desprestigiadas de estos tiempos.
No olvido que hay otras profesionales valiosas del Derecho como Gloria Porras en la Corte de Constitucionalidad, pero quería recordar en este marco de juezas ligadas a procesos que hay muchas mujeres probas, valientes, fuertes e incorruptibles en la renaciente Guatemala.
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