CABLE A TIERRA

Plis explein dis tu mi

Escribía mi columna cuando me llegó la paradigmática foto de la conferencia de prensa de ayer por la mañana. Muchos, esperando ansiosamente escuchar que finalmente OPM renunciaba.

Pero no. La imagen que quedará grabada del día de hoy en nuestro imaginario es otra: la del embajador Robinson cuando se dirigía a la audiencia. El presidente al lado, bastante lejitos, anulado, con los brazos enjutados al centro del cuerpo, protegiéndose; del otro lado, el ministro de Finanzas con la mirada perdida…

El escándalo en las redes no se hizo esperar. Tuve que dejar de lado la columna que escribía. Una imagen vale más que las 600 palabras que estaba por completar. No la pude sacar de mi mente: Un presidente vencido en batalla, con sus lugartenientes defenestrados y obligados a huir (digo, renunciar) antes que les caiga la Cicig encima. Su último alfil, un ministro de Finanzas con el lodo hasta las narices, cediendo su último refugio de “autoridad” formal: la SAT.

Mi mente, febril, se adelanta a buscar explicaciones: ¡De seguro que se le colmó el vaso ayer al embajador! Demasiados desatinos juntos de un gobierno sostenido con pinzas. ¡Pedir una ampliación presupuestaria para más endeudamiento, en medio de una crisis detonada por la corrupción en la SAT, sacaría de quicio a cualquiera!

Ante semejante falta de sentido común, seguramente no quedó más remedio en la casa blanca de la zona 10 que musitar: “no, muchá, ya mucho. Estos no atinan ni una; agravan las cosas burrada tras burrada. Mejor entrémosle nosotros directo de una vez”. Resultado: bajo la sutil figura de “responder a un pedido del gobierno”, la SAT pasa bajo la tutela del Departamento del Tesoro. Peor aún, es el propio embajador obligado a salir a escena; le toca sacar la cara por este todavía presidente y le extiende la línea de vida un tiempo más.

Igual, no me alcanza la explicación que me doy.

Sigo sin entender por qué lo hacen. En pleno siglo XXI, nos vuelven a tratar como república bananera; no ha bastado que la ciudadanía haya dado una muestra extraordinaria de civismo. Que tengamos propuestas, que haya gente capaz de gobernar con honestidad. ¿Acaso imaginarán que un gobierno de ciudadanos podría proponerse no establecer relaciones de cooperación con ustedes?

No puedo pensar en un solo equipo que aceptara asumir el enorme desafío de sacar adelante al país en estas circunstancias, y que pretendiera hacerlo sin el respaldo de la comunidad internacional, mucho menos del gobierno norteamericano; un equipo al que no le interesara continuar la lucha contra el narcotráfico, contra la corrupción, contra el lavado de dinero. Que no quiera fortalecer el sistema de seguridad y justicia a partir de una profunda depuración del mismo.

No logro entender cómo una reingeniería a fondo del sistema político y un tejido social más robusto y cohesionado, como el que podría emerger de este quiebre histórico, no es sino un “gana-gana” para las relaciones bilaterales entre nuestros países; ¡Sí contribuiría hasta a la gobernabilidad regional!

Por eso, por momentos, siento que me hablan en francés. Los subtextos se me escapan; no logro comprender la racionalidad de defender al indefendible. Ganas me dan de pedirle una cita, señor Embajador Robinson, para que me lo explique. A la mejor podríamos nosotros, los ciudadanos, explicarle a cambio a usted por qué nos ofende tanto que se empeñen en sostener en el poder a una camarilla de esta categoría. Si Guatemala se merece un mejor destino y se supone que nuestros pueblos son amigos, ¿por qué lo hacen?

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