LA BUENA NOTICIA

Radicalismo cristiano

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“El problema actual de la fe cris- tiana es como el de una mandíbula: con el tiempo va perdiendo los dientes” (Anónimo). Esta irónica metáfora viene bien a la aplicación vital de la Buena Nueva de hoy: hay que vivir el seguimiento de Jesús de modo “radical”, volviendo claramente a la exigencia de vida (con la ayuda del mismo Dios, claro) sin la cual la presencia cristiana tiende a disolverse en el ambiente. El Papa emérito Benedicto XVI declaraba en 2010 que el cristiano debe transmitir “la simplicidad pero también el radicalismo” a un mundo laicizado, ajeno a Dios y hasta en contra de él, y que necesita seguidores como “signo de contradicción”. Radicalismo no es sinónimo de fundamentalismo y menos de fanatismo.

El mismo Cristo urge actitudes “radicales”, propias de una fe que “todavía muerde” en cuanto toca a fondo la vida personal y comunitaria: 1) No pretender el dominio excluyente de la Verdad que puede estar también como “semillas del Verbo o signo de los tiempos” en personas y ambientes a los cuales hay que “salir e ir” en actitud misionera: científicos, pensadores, artistas, hombres y mujeres de “buena voluntad” que “no son de los nuestros” porque “no han levantado la mano y aceptado” pero cuya dignidad como hijos de Dios los hace también “navegantes en búsqueda del puerto de esa Verdad” (Gianfranco Ravasi “Guía para navegantes” 2013;) 2) Evitar el “escándalo” en cuanto ser “piedra de tropiezo para la fe de los más sencillos, como lo ha pedido recientemente el Papa Francisco a los Obispos de Estados Unidos; 3) Vivir un seguimiento que ejercite una moral de “opciones fundamentales” que llevan a “amputar o cortar” aquello que dentro de sí se opone a la definición de cristiano o cristiana: Jesús habla de “la mano”, es decir, la acción transformadora y activa: ¡no se puede ser cristiano y narcotraficante o mafioso! O producir vicio, violencia, destrucción de la vida aún por muy loable que parezca la acción de trabajo.

En el pensamiento del Beato Álvaro del Portillo (1914-1994): “Dios nos ha creado para trabajar. Hay que trabajar y ofrecerle a Dios ese trabajo”: lo cual ayuda a recuperar el sentido de la transformación del mundo que no es enriquecerse sin medida, sino hacerlo todo para el bien común; Jesús habla del “pie” que bíblicamente se refiere a la sensualidad de la persona: una recta vivencia de la sensualidad en un mundo erotizado y antropológicamente confuso, ¡eso es un apostolado necesario hoy como nunca!; Jesús habla de un “ojo” que, bíblicamente también es la “lámpara del cuerpo” que no trague todo y contamine el alma sino que tenga (en tiempos de super mass media digital) los criterios para “ver y quedarse con lo bueno” (cfr. 1 Tesalonicenses 5, 29) lo que induce a elecciones juiciosas en la vida social (cfr. Francis Bacon, 1561-1626). Radicalismo en fin, de ese que hoy urge la sociedad guatemalteca en la vivencia de la honestidad administrativa, de la honradez profesional de juzgadores y juzgados, etc., pero que no es posible sin una presencia “radical y activa” de los cristianos en su medio de trabajo, de estudio, de empresa, de comunidad cultural, etc. Que el final de un mes patrio donde en Guate “pasaron tantas cosas” invite a vivir la relación Dios, Patria, Libertad, sin que el primero sea solo una “vaga noción” sino el fundamento “radical y alegre” de una futura Guatemala distinta.

ESCRITO POR:

Víctor Hugo Palma Paul

Doctor en Teología, en Roma. Obispo de Escuintla. Responsable de Comunicaciones de la CEG.