Reacción libertaria

Samuel Pérez Attias

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 que lejos de sumar; restan, estorban, destruyen, dividen y se aprovechan”. No se hicieron esperar.

Un gran aporte le harían al debate público si quienes se dicen ser “libres” usaran la misma acuciosidad utilizada hacia mi columna para analizar las columnas de sus pares libertarios; eso sí, con serenidad y un poco más de profundidad.

El argumento de los libertarios fue la generalización. Sin embargo, ¿no hacen ellos lo mismo cuando califican a quienes no piensan como ellos como “izquierdistas”, “estatistas”, “terroristas” o el favorito: “enemigos de la libertad”? Cito ejemplos: “Desde hace un año los enemigos de la libertad se han ensañado contra la economía de mercado”. F. Bauer eP 5feb09 “…preocupa ver cómo, en nombre de cualquier causa, (…) se va erosionando lenta pero consistentemente nuestros Derechos, siendo el de Libertad de Expresión, (…) el primero que los enemigos de la Libertad quieren limitar.”

E. Zapeta, Siglo XXI, J. Jacobs en PL, refiriéndose a quienes no comparten el pensamiento del CEES, comenta: “Nos pueden tildar de extremistas, de intransigentes, de retrógrados, y de cuanto otro epíteto se le pueda ocurrir a los enemigos de la libertad.” L. Figueroa, por su parte, dice que “Los enemigos de la libertad combatieron la ley de comunicaciones”. Cabe mencionar que estas son las ideas comunes y que, de manera repetitiva, los libertarios han expresado públicamente en el tiempo. Es importante comprender que se puede estar a favor del mercado y de las empresas sin ser libertario y que no ser libertario no implica ser “estatista” y mucho menos “enemigo de la libertad”, como sistemáticamente exponen.

Pero de alguna forma, entre tantas emociones, el cartel de libertarios reconoció algo. Tal vez a partir de ahora eviten usar estigmas y adjetivos como argumentos (“estatista”, “comunista”, “terrorista” o “parásito”) a quienes no comparten su línea de pensamiento o cuando alguien utilice argumentos un poco más robustos que su discurso. Tal vez ahora se logre que entre ellos se cuestionen un poco más sobre su ideología y piensen si no se han convertido en una secta dogmática —la antítesis de la libertad de pensar—.

Ojalá que el lector crítico cuestione constantemente lo que lee y escucha en los medios. En todo caso, ojalá que este ejercicio de expresión, a pesar de las calumnias, sirva para que los libertarios salgan de su zona de confort y tanto ellos como otros grupos ideológicos usen la libertad de emisión del pensamiento para aclarar al público —que merece respeto— las ideas que nos ayuden a seguir buscando verdades que nos conduzcan a un mejor vivir.

Samperez1@gmail.com

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