Nada es para siempre

JOSÉ RAÚL GONZÁLEZ MERLO

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Lo acepté inmediata e irresponsablemente sin reflexionar en lo que me estaba metiendo. Tener un espacio de opinión en los medios de comunicación no es un derecho, como creen algunos. Es un privilegio que debe estar reservado únicamente para aquellos que demuestren que lo pueden ejercer con responsabilidad y competencia. Pero, que ese espacio sea en Prensa Libre, debería representar el privilegio más grande de cualquier columnista en Guatemala. Me ha llegado el momento de renunciar a ese enorme privilegio.

Prensa Libre es, para mí, mucho más que el medio que utilicé para ejercer mi derecho a la libre expresión del pensamiento. Provengo de una familia de periodistas. Me crié entre una generación de periodistas que, ojalá, Guatemala pudiese volver a tener. No eran tiempos fáciles para ejercer la profesión pero el ejemplo de mi padre y de los fundadores de este periódico me marcaron para siempre. Por ello, siempre me sentí”como en casa”. Sin presiones de ninguna naturaleza. De mi parte, creo haber correspondido a la confianza depositada y haber contribuido a la construcción de un periodismo independiente, honrado y digno.

Nunca dejó de sorprenderme la cantidad de gente que espontáneamente me decía que “le gustaban” mis columnas porque “pensábamos igual”. Ello me da esperanza de que el sentido común para enfrentar nuestros problemas existe en la mente de muchos guatemaltecos. Todo el tiempo agradecí los insultos, críticas y comentarios recibidos por correo. Las felicitaciones, también recibidas, tenían que ser compartidas con mi esposa que, pacientemente, siempre me corrigió cada columna. Cuando me preguntaban ¿cómo hacía para escribir una vez por semana? solía contestar que, lamentablemente, Guatemala era un lugar fértil para analizar y proponer soluciones a sus graves problemas. Medio en serio, medio en broma, agregaba que “me salía más barato escribir que ir con el siquiatra”.

Los años que tuve mi columna me han marcado para el resto de mi vida. Les agradezco profundamente por haberme acompañado semanalmente en esta aventura. Lo único que buscaba era provocar en ustedes ira en contra de los abusos de quienes detentan el poder y vehemencia inclaudicable por defender la libertad. En palabras del gran Cervantes: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida…”. Un millón de gracias. Hasta siempre.

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