CON NOMBRE PROPIO
¡Son derechos y se deben exigir!
Se acabaron las cartillas de pasaporte y nos quedamos sin viajar o con un chapuz digno de un país “quintomundista”; con una calcomanía se pretende revalidar la libreta. Basta imaginar lo que pasará frente a los delegados de migración en otros países (sobre todo si no se domina el idioma). Serán espantosos los entuertos que miles de guatemaltecos tendremos que pasar si llegamos, por azares del destino, con los “amables” funcionarios de migración gringos que atienden en Miami. No sería raro que el regresón fuera cantado o las conexiones se perdieran por docena.
Una amiga vive en Bélgica y me comentaba que acudió a la Embajada para renovar el pasaporte. El funcionario no tenía la menor idea de los requisitos necesarios y, lo que es peor, de una vez le advirtieron de que “no había máquina”, así que en teoría la Embajada podía expedir los documentos, pero en la práctica, mejor para algún día en el futuro.
Circuló hace algunos días la “amenaza” de que el Registro Nacional de las Personas (Renap) se quedaría sin “plásticos” para emitir el DPI, y como no iba a existir materia prima, todos los interesados debían esperar… Por cierto, ahora el Renap extiende los certificados de nacimiento impresos en hojas de papel bond blancas, y por eso hemos sido ya varios los que hemos conseguido que en tribunales o en oficinas públicas rechacen las solicitudes “porque no se acompañan los documentos originales”.
Juan es un amigo que estudió Medicina en los Estados Unidos, luego tuvo la dicha de lograr una beca para estudiar una especialización en Canadá. Lleno de ilusiones regresó a Guatemala para estudiar sus posibilidades y aplicar sus conocimientos. Feliz visitó la Ciudad Universitaria para enterarse de los requisitos que debía llenar para su incorporación y posterior registro en el Colegio Médico. Susto se llevó con lo complejo del entramado de trámites por satisfacer, pero peor desilusión consiguió cuando dos amigos que ya habían pasado por el entuerto le narraron sus experiencias. Por coincidencia recibió una oferta y con el pesar a cuestas optó mejor por salir de nuevo. Los plazos, dinámica y discrecionalidad en el país eran terribles.
Estamos acostumbrados a ver los problemas como la “falta de cartillas” para los pasaportes, la “falta de plástico” para el DPI, la “falta de papel” para los certificados de nacimiento o lo “difícil de los trámites de incorporación” para quien obtiene un título universitario en el extranjero y pretende ejercer. No hay ninguna falta de cartillas, plásticos o papel, lo que existe es una violación a un derecho básico como es el de la identificación, y esto puede hasta amenazar nuestra libertad personal. Con lo que respecta a la incorporación, hay abusos de poder y miedo para la competencia profesional.
Hemos perdido el norte. Cuando ocurren situaciones como las dichas existe una flagrante violación a derechos humanos, y no es solo cuestión de un mal servicio público o problemas con los proveedores. Nuestros derechos son violados y nosotros somos quienes debemos pelear por ellos.
Si entramos a la óptica de derechos, todo será más sencillo porque nuestra exigencia generará un mejor servicio, pero si seguimos con la cabeza baja, todo seguirá igual. En la realidad, no nos importa cómo se gastan los impuestos y esto genera lo que tenemos.
Quien no puede identificarse tiene serias dificultades, y si alguien no puede registrar su licencia profesional, por problemas “tramitológicos”, también existe hasta una violación a su libertad. Hablemos de derechos y no de trámites, si entramos en esa lógica será más fácil hablar, por ejemplo, de derecho a la justicia, y no centrarnos en discusiones sobre tribunales y jueces.
@Alex_balsells