Sueños húmedos fiscales
¿Por qué dicen los funcionarios que se cayó? Porque no llegó a las absurdas metas que ellos habían propuesto confiados en el rotundo éxito que, según ellos, tendría la puñalada fiscal. La arrogancia natural de los tecnócratas que desconocen cómo funciona la economía en la vida real los llevó a creer que la puñalada tributaria lograría incrementar la recaudación en por lo menos un 15 por ciento.
No nos creyeron a nosotros, quienes desde que se aprobó la puñalada fiscal hemos argumentado los crasos errores no solo de forma sino, más importante, de fondo que tiene. Pero eso era de esperarse.
Pero tampoco le creyeron al anterior superintendente, Miguel Gutiérrez, quien les advirtió de que llegar a esa meta era imposible. En lugar de creerle, lo echaron. En retrospectiva, vemos que ni siquiera la meta que él creía posible se alcanzó.
Y hasta la fecha los funcionarios siguen montados en su macho de que la puñalada era buena y tratan de encontrar explicaciones para justificar su fracaso. Algunos días le echan la culpa a la economía, otros a la supuesta merma en el comercio internacional, otros a las acciones de inconstitucionalidad interpuestas en su contra. Y aún otros días culpan a la reducción en la importación de bienes de capital.
Su arrogancia no les deja ver que todos los factores anteriormente citados no son causas sino efectos. Hay que entender que todos son resultado de la puñalada fiscal. Probablemente se haya reducido el comercio internacional —aunque las cifras del Banco de Guatemala apuntan en sentido contrario—, pero esto sería una consecuencia de la pésima Ley de Aduanas. Que la hayan medio chapuceado año y medio después no evita esos resultados.
Que las empresas no compren más bienes de capital también es un efecto de la puñalada fiscal, el que por cierto implica que más adelante el crecimiento económico probablemente se reducirá por esa misma falta de inversión. El que la economía no esté caminando como algunos quisiéramos también es un efecto de la puñalada fiscal.
Por último, el que no hayan recaudado lo que esperaban es simplemente un resultado de lo dañino y perniciosa que fue la puñalada fiscal que ellos tanto defendieron. Por supuesto que ellos nunca reconocerán esa culpa. Lo que yo me pregunto es ¿dónde están todos los del G40 que también son corresponsables de la actual situación? Lástima que Otto Pérez no tuvo las luces suficientes para percatarse del error al que lo llevaron sus cercanos. Lo que es loable es que los guatemaltecos, a pesar de todos los obstáculos que nos ponen los gobernantes, seguimos trabajando, seguimos produciendo.