Tikal visto como fortaleza

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Ingresamos a Tikal por la calzada Méndez —como hoy se le denomina— con 40 metros de ancho. Kinich Ahau, el señor sol, se eleva en el horizonte e ilumina los templos en la Plaza Central. ¡Enmudecemos! Los comerciantes, que se dirigen al mercado, bajan su preciosa carga de la espalda y se inclinan silenciosos para saludarlo. Este día Kinich Ahau viene acompañado por Ek Chuak, la divinidad del comercio…, pero también de la guerra. Las divinidades mayas son duales. Si hubiera guerra no habría mercado. El rostro de Ek Chuak guerrero mostraría el labio inferior colgando, estaría pintado de negro y portaría una lanza en la mano.

Tuve esta ensoñación cuando escuchaba la conferencia, Tikal vista como una fortaleza: Estrategias para la guerra, de Oswaldo Gómez, asesor de la unidad técnica del Parque Nacional Tikal, durante el simposio los Maya Meetings, realizados con todo éxito en Antigua Guatemala el pasado 10 de enero.

Ha pasado medio siglo de intenso trabajo epigráfico para que los mayistas reconstruyan una parte de la fascinante historia entre Tikal y Calakmul. Estas dos superpotencias se disputaron la hegemonía de la región durante siglos. Libraron enconadas batallas conocidas como La guerra de las estrellas. Esas guerras se regían por eventos astronómicos entre ellos, la aparición de Venus como estrella de la mañana.

Oswaldo refirió cómo el poderoso gobernante Jasaw Chan Kawiil, heredó de su padre una población productora y guerrera. Jasaw venció a Calakmul en el año 695 d. C. Esta victoria consolidó el resurgimiento de Tikal en la región y permitió que el poderoso gobernante iniciara un fuerte período constructivo. Entre sus admirables proyectos se encuentran los templos I y II de la Plaza Central. Sin embargo su hijo Yik’ in Chan Kawiil podría ser llamado Yik’in, el grande, porque fue él quien fortificó Tikal y la convirtió en una ciudad inexpugnable.

Oswaldo comentó: “El maya no hacía nada al azar. Su sistema constructivo era planificado y multifuncional”. Las monumentales calzadas servían como vías de acceso a la ciudad, pero también fueron concebidas como vías rápidas de evacuación para llevar a sus habitantes a zonas seguras. Las calzadas también cumplían la función de murallas. En puntos estratégicos eran muy angostas para tener el control de invasores a la ciudad. Los templos funcionaban como “torres” para los vigías. Las plazas tenían cierto desnivel para que el agua de lluvia llenara los reservorios que les abastecerían en caso que Tikal fuera sitiada.

Las estrategias de guerra de Tikal manifiestan el genio de la cultura del maya antiguo. ¿Cómo no seguir apoyando las investigaciones de los estudiosos?

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