ENCRUCIJADA
Transición dolorosa
Dos eventos recientes le han dado un golpe mortal a este modelo (PEC) de atención: la prohibición —después de una transición de tres años— de acudir a las ONG para suministrar este tipo de servicios, según la Ley sobre transparencia aprobada en el 2013; y la reducción de la cooperación internacional canalizada por medio de las ONG. Además, una evaluación encargada por el Gobierno encontró que varias ONG recibían recursos del Estado sin proporcionar un servicio adecuado.
El PEC está en franca retirada. El actual gobierno, con un Ministerio de Salud inmerso en la corrupción, no previó a tiempo la transición del PEC hacia otro modelo, y de manera precipitada detuvo el financiamiento para las ONG que suministraban servicios básicos de salud. No sustituyó este sistema por otro. Quedaron desprotegidas cuatro millones y medio de personas sin atención primaria de la salud, incluyendo más de cien mil niños menores de un año sin vacunación completa. Ahora, de manera improvisada, opaca y desordenada, y sin evaluaciones previas, se pretende extender cierta atención materno-infantil a esta población excluida con grupos móviles integrados por personal del Ministerio de Salud.
Hay una alternativa mejor, comprobada. El “Modelo Incluyente de Salud” (MIS), con un largo pedigrí académico, adaptado a Guatemala por el Dr. Juan Carlos Verdugo, se basa en una acción combinada de auxiliares de enfermería de la comunidad, bien capacitados. Atienden los puestos de salud (uno por cada 2 mil personas), pero también visitan familias y comunidades de manera proactiva para asegurar una atención integral para toda la población, tomando en cuenta su ambiente y cultura. Los apoya un equipo integrado por un médico y otros técnicos que atienden los casos de salud más complejos y monitorean la evolución de la salud con base en un sistema de información de personas y familias continuamente actualizado. Se ha implementado en varios municipios desde el 2005 y ha sido evaluado favorablemente en Quetzaltenango (San Juan Ostuncalco) y Sololá (en la Bocacosta). Sus costos son bajos y, al fortalecer la atención primaria, reduce la demanda de servicios con costos mayores, como los de hospitales. Esta es una forma concreta de hacer que un nuevo Estado funcione, sin improvisaciones.