EDITORIAL

Un guatemalteco en el epicentro de crisis global

Un reconocimiento merecido y un nuevo reto marcan el momento actual en la carrera de Edmond Mulet, una de las más destacadas figuras del mundo diplomático y político del país en las últimas décadas. El pasado viernes fue condecorado con la Orden del Quetzal, por su trayectoria, y antes había sido designado jefe de la misión de Naciones Unidas que investigará una situación que centra la atención mundial: el uso de armas químicas en una localidad de Siria, repudiable acción por la cual se responsabiliza al actual gobernante Bashar al Assad.

Mulet es uno de los guatemaltecos de mayor proyección política internacional, sobre todo por los importantes cargos que ha desempeñado en la ONU: entre junio de 2006 y agosto de 2007 fue representante especial de ese organismo en Haití y jefe de la Misión de Estabilización para ese país; en agosto de 2007 fue nombrado secretario general de Operaciones de Mantenimiento de la Paz y jefe de la Oficina de Operaciones de las Naciones Unidas.

En enero de 2010, Mulet fue nombrado representante especial del Secretario General y nuevamente enviado a Haití para supervisar la asistencia humanitaria para ese país. El 2 de junio de 2011 fue nombrado secretario General Adjunto para Operaciones de Paz de la ONU y en diciembre de 2015, el secretario General de la ONU, Ban Ki Moon, lo designó jefe de gabinete, lo cual da cuenta de su amplia habilidad de negociación, su firme defensa de los derechos humanos y una sólida formación académica.

Sin duda, la misión en Haití, a raíz del devastador terremoto que destruyó ese país y segó 300 mil vidas, es quizá la tarea más desafiante que haya podido enfrentar diplomático alguno, misión que Mulet desempeñó con gran calidad humana y profesional, lo que a su vez fortaleció su imagen de liderazgo en la máxima organización de países.

Hoy, Mulet ha recibido un justo tributo a su trayectoria por parte de la Cancillería, que así reconoce sus altos méritos diplomáticos, distinción que llega en vísperas de iniciar una de las etapas más cruciales de su carrera, ya que su nueva misión lo lleva a un país que hoy es el epicentro de la conflictividad global, pues allí se desarrolla una de las más cruentas guerras, que arrancó en los albores de la llamada Primavera Árabe pero que se ha hecho más compleja por la diversidad de facciones y la violenta respuesta del mandatario Al-Assad.

A principios de este mes, un salvaje ataque químico sobre la localidad rebelde de Jan Sheijun mató a 88 civiles, entre ellos 31 niños, lo que desencadenó una condena mundial y motivó un ataque con misiles estadounidenses, por órdenes de Donald Trump, supuestamente para castigar la osadía del mandatario sirio, aunque todavía quedan dudas sobre la autoría de la cruel agresión.

Para mayor complicación, el territorio sirio es el punto en donde convergen intereses de dos superpotencias, EE.UU. y Rusia, en una especie de continuación de la Guerra Fría, pero con tal dimensión que muchos analistas temen que sea el foco que desencadene una nueva conflagración mundial. Justo allí entra la misión del guatemalteco, cuyo trabajo y dictamen serán clave en esta nueva etapa de su carrera, como protagonista de un capítulo histórico.

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