URBANISMO Y SOCIEDAD
Una metrópoli inconclusa
El problema del tránsito se empezó a manifestar en los 90, con un análisis: “La ciudad que nos tiene embotellados” (Crónica 20/11/91), donde las autoridades contestan: “según Plan Regulador en los próximos 20 años en la municipalidad se preparan las condiciones para lograr menos congestionamientos y mas áreas para Peatones”. Pero la situación actual está peor que los 20 años indicados, lo que es señal de que aquí algo no está funcionando bien. Como hacer ¿un centro multiusos en el Estadio del Ejército? en pleno nudo de tránsito, ¿para qué el paso a desnivel? Sin embargo, aquella metrópoli que se veía venir por los setentas por fin ha llegado con toda su fuerza y anarquía, ante la falta de una dirección apropiada cuando centralizaron diferentes actividades urbanas en el municipio de Guatemala, liberando la tierra al libre mercado, usos y densidades. Y con ausencia del concepto de la existencia de metrópoli, la cual está ubicada en un territorio departamental complejo para su desarrollo armónico y con crecimiento, “a la libre”, anárquico, con graves problemas en los servicios urbanos básicos. Sobre todo dentro de una estructura geofísica no uniforme y con fallas geológicas como las de Santa Catarina Pinula o las de Mixco.
Ahora, ante la necesidad de tierra, por la congelación del llamado Centro Histórico, se crece verticalmente en zonas como la 10, con torres hasta de más de 15 pisos, inapropiadas por su deficiencia vial con calles estrechas, ofreciendo no sé cuántos parqueos, cuando el problema está en cuántos carros puedan llegar a estas. Teóricamente la densidad es: Altura=Ancho de calle+retiro=1.5 (P.R. 73), lo cual la especulación la volvió Altura=Valor de la Tierra. Todo lo anterior ha generado este desorden urbano-regional, con atoramientos que representan un cáncer urbano que está generando enfermedades como enfisemas, aumento de los síntomas del asma, diabetes y enfermedades pulmonares con obstrucción crónica por el contacto al óxido de nitrógeno de la combustión de hidrocarburos y al monóxido de carbono (Dr. Núñez Paiz).
Todo lo anterior corre parejo con la inmigración rural y la marginalidad urbana, con ocho de 10 personas sin trabajo, que se manifiesta de diferentes maneras, donde solo el municipio de Guatemala tiene 226 asentamientos en grado de precariedad, con 21 en el Incienso (CEUR). El área metropolitana se enfrenta a un grado de violencia por “la cultura de las pandillas estadounidenses y parte de sus miembros la han perpetuado en sus países de origen después de haber sido deportados desde los Estados Unidos. Entre 2000 y 2004, unos 20 mil jóvenes asociados a las pandillas en los barrios marginales de Los Ángeles fueron deportados a países centroamericanos que muchos de ellos ni siquiera habían visitado, lo que dio lugar a un incremento vertiginoso de las tasas de homicidio juvenil. El número de personas que han tenido que huir de sus hogares urbanos en El Salvador, Guatemala y Honduras se multiplicó por cinco entre 2012 y 2015, hasta 109,800. Investigaciones realizadas han mostrado que los habitantes urbanos pobres se sienten rechazados por la sociedad, discriminados y sistemáticamente privados de la oportunidad de mejorar su calidad de vida. Las investigaciones evidencian que esta segregación sistemática de los pobres consolida y perpetúa la pobreza por generaciones (Acnur)”. “La experta latinoamericana Laura Tedesco hace referencia a la ‘conciencia disidente’ que se desarrolla en las comunidades urbanas marginadas y que se expresa a través de la violencia”. En Guatemala genera emigración con carácter de refugiados.
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