MIRADOR
¡Vaya sinvergüenzas!
Hace unas semanas me comentaron cómo el vehículo P-770FFJ iba haciendo el salvaje por la zona 16, poniendo en peligro la vida de conductores y viandantes. Resultó ser de la PNC y contar con más de 20 sanciones —en la capital y en Mixco—, casi todas por exceso de velocidad. Ya ocurrió una vez en el 2010 —corta memoria la nuestra— cuando un vehículo de Gobernación atropelló y mató a un peatón. Se dijo, en aquel entonces, que la viceministra Yolanda Pérez iba en el mismo, extremo que no se comprobó y caso que quedó olvidado, como otros. Posiblemente haya que esperar a que ese criminal rodante asesine a alguien para lamentarnos nuevamente y que lo justifiquen como accidente.
El pasado domingo 15, el vehículo P-937DPG circulaba —Puerto San José— velozmente por el arcén contrario al sentido de la marcha, adelantando impune e imprudentemente y poniendo en peligro a quienes marchaban correctamente. Resultó también, curiosamente, pertenecer a la PNC y contar con 15 sanciones por diversos motivos: carecer de licencia, insultar a la autoridad de tránsito —debió de pararlo la PMT para que les insultara—, estacionarse en lugar prohibido y circular a excesiva velocidad. Cuando se corrió por redes sociales el primero de los casos mencionados, el intendente de la PMT capitalina contestó: “Con razón no se les logra hacer el alto”. Es decir, conocen los casos, pero no los detienen ni llevan a tribunales, quizá a la espera de que se consume alguna desgracia para “actuar”.
Calla el ministro de Gobernación, el director de la PNC, el alcalde capitalino, los diputados y todos quienes podrían tomar cartas en el asunto. Nadie quiere complicarse la vida ni evidenciar que todo esto, en el fondo, es una burla, un abuso, un asco permitido por todos ellos y por muchos más. También enmudecemos el resto por no atravesar nuestro vehículo, hacer descender al abusivo y confrontarlo, en un ¡basta ya!, de abusos. Calla quien les da paso por “miedo” —aunque posteriormente se queja— como excusa perfecta para eludir su responsabilidad ciudadana. Calla el ineficiente sistema judicial y la SAT que permite que circulen vehículos carentes de calcomanía del año por acumulación de denuncias. Guardamos silencio, porque somos capones en una sociedad castrada, y tenemos lo que nos merecemos por cobardes permisivos, aunque seguimos quejándonos en silencio, pero sin el valor real de enfrentar a sinvergüenzas homicidas escondidos tras el polarizado vidrio de carros lujosos que pagamos con nuestros impuestos, mientras abusan porque saben que no moveremos un dedo.
Terminaremos, seguramente, como Venezuela, haciendo colas, comiendo racionados o nos robarán, violentarán o encarcelarán, cuando no asesinarán “por accidente”. Legaremos esa temerosa incapacidad de actuar a nuestros hijos y nos lameremos la heridas con ese conformista “fíjese que” justificador de la inacción gallina. ¡Claro que tenemos lo que nos merecemos! Es más, creo que aún podemos estar mucho peor si nos empeñamos en conseguirlo. ¡Adelante, pues!