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Venezuela: huele a azufre

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Olor a azufre hay en Venezuela, de ese que viene de tocar fondo, de llegar tan bajo en las entrañas del demonio inconstitucional que supura por todas las grietas de la indignación civil. El olor a azufre se ha convertido en una erupción masiva de indignación ciudadana, el acabose, el hasta aquí de una dictadura, cuyos días ya venían contándose como ovejas de matadero, pero especialmente a partir del viernes pasado, cuando el Consejo Nacional Electoral (CNE) venezolano anunció en forma unilateral suspender la recolección del 20 por ciento de firmas prevista del 27 al 28 de octubre, necesarias para la activación del referendo revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro.

La suspensión se dio luego de que cinco tribunales de distintos estados del país dictaran “medidas precautelares que anularon las firmas con las que la oposición solicitó la consulta, en respuesta a una denuncia del “oficialismo” sobre supuesto fraude de firmas.

Nada de esto sorprende. Ya el CNE había advertido de que aun con el 20 por ciento de firmas, el referendo se llevaría a cabo en los primeros meses del próximo año. O sea, demasiado tarde, porque según la constitución venezolana, el presidente revocado cede el poder a su vicepresidente, sin llamado a nuevas elecciones. Con la continuación de más de lo mismo, los Maduro y compañía dispondrían de todo el tiempo del mundo para preparar maletas, trasladar a Irán las millonadas robadas y tapar las madrigueras hipercorruptas del peor y más nocivo gobierno de la historia política de Latinoamérica, y quizás del mundo entero.

Es al tiempo a lo que le tienen pavor Maduro y sus huestes. Si abre a elecciones libres, la vapuleada sería apoteósica. Una derrota absoluta desvirtuando todas la boberías bolivarianas; todas las conjuras revolucionarias chavistas predicadas desde hace 16 años; toda la jerga del socialismo del siglo 21 pretendiendo validar sofismas de leyes económicas irracionales que destruyeron la industria, el comercio, el turismo, la agricultura, la ganadería, las líneas áreas, la banca y hasta su joya máxima, la empresa estatal petrolera PDVSA, ahora casi en ruinas. Ese es el resultado neto de la Revolución Bolivariana del Siglo XXI: La destrucción de Venezuela.

¿Cómo pudieron dilapidar un patrimonio que pudo haber beneficiado a los venezolanos con la riqueza de la mejor bonanza petrolera de su historia?

Orlando Zamora, un analista financiero que trabajó durante 26 años en el Banco Central de Venezuela, revela en su estudio Cómo se dilapidó la más colosal riqueza jamás soñada por los venezolanos (1999-2015) la forma en que el chavismo dispuso de la bonanza, señalando, uno a uno, los errores al crear un modelo económico quimérico, ineficiente, compra almas.

Con datos del Banco Central de Venezuela (BCV), Zamora expone que entre 1999 y 2015, los gobiernos de Chávez y Maduro, han desaparecido dos billones de dólares en un caos administrativo absoluto. Solo a China le deben 45 billones de dólares.

En vez de repartir esa riqueza de trillones de dólares Chávez-Maduro han generado millones de pobres. Esa información del Instituto de Estadística Nacional (INE) —referida al número de personas en situación de pobreza— fue suprimida por el gobierno de su portal web. Un comunicado de Provea, titulado El Gobierno le mintió al pueblo al manipular cifras de pobreza, indica que —en promedio— 12,170,175 venezolanos se encontraban en condición de pobreza hasta el primer semestre del 2015. “Esto abarcaría al 39,7% de la población”, destaca el comunicado.

Mañana miércoles, la oposición ha llamado a una movilización total del país para “defender la Constitución”. Es el principio de una nueva Venezuela y el final del último experimento de la revolución bolivariana del socialismo del siglo XXI.

Ojalá quede sepultada para siempre.

alfredkalt@gmail.com

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.

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