Revista D

Editores emergentes le dan un nuevo valor a la publicación de libros

Los libros artesanales, de edición limitada, se han convertido en pequeñas obras de colección.

Editorial Bizarra se ubica en el Centro Cultural La Casa. Su propietario ha desarrollado métodos particulares de encuadernación manual.(Foto Prensa Libre Edwin Bercián).

Editorial Bizarra se ubica en el Centro Cultural La Casa. Su propietario ha desarrollado métodos particulares de encuadernación manual.(Foto Prensa Libre Edwin Bercián).

Pintar, cortar, coser y pegar son algunas de las acciones cotidianas que las editoriales artesanales llevan a cabo para producir libros y folletos únicos de edición limitada.

Estas nuevas empresas forman parte de un movimiento de artistas emergentes que pretenden revalorizar el libro impreso hasta elevarlo a la categoría de pieza artística, de colección.

Los detalles de estos ejemplares van desde el diseño de la carátula con elementos geométricos pintados a mano, un lazo rústico que cose y decora el ejemplar, hasta llenar una botella de vidrio transparente con cápsulas de colores que contienen poemas.

En Guatemala operan, al menos, una decena de este tipo de empresas, cuyos primeros propietarios aprendieron este arte de manera autodidacta. Su creatividad les ha permitido desarrollar técnicas propias para encuadernar los volúmenes con sello particular.

Desde el cartón

Este tipo de proyectos surgieron en Argentina, afirma Simón Pedroza, de Ediciones Bizarras, uno de los pioneros de este tipo de empresas en Guatemala.

Refiere que a raíz de la crisis económica que vivió ese país en el 2000 un grupo de argentinos decidió apoyar a los recicladores de cartón empleando este material para las portadas de libros.

“Son ediciones de autor, es decir, cuando una persona con sus propios medios publica un libro”, indica Pedroza, quien revela las razones que lo indujeron a ingresar a este mundo editorial.

“Decidí publicar mis poemas, pero encontré dificultades en una editorial tradicional, por lo que busqué alternativas de expresión con libertad”, confiesa.

Otra de las características de estas ediciones, aparte de la portada, es que el número de ejemplares que se trabaja no supera la cantidad de 500. Pueden costar entre Q1 y Q80, lo cual se puede consultar en las páginas de internet donde se anuncian.

Pedroza cuenta que principió a involucrarse en este arte en 1994, y que se motivó más cuando conoció las obras de este tipo de los poetas Francisco Nájera y Roberto Monzón, quienes ya trabajaban de esta manera desde su propio espacio.

Entre 1996 y 1998, la Casa Bizarra fue un lugar de creación importante donde una generación de artistas jóvenes experimentó con nuevas formas de expresión y aprendizaje mutuo, comenta Pedroza.

Desde hace 15 años imparte talleres de encuadernación artesanal, en los cuales enseña las técnicas propias que ha desarrollado, así como otras de origen extranjero como la oriental, la egipcia y la belga.

“Algunos libros, por ejemplo, llevan un diseño personalizado en la tapa, están cosidos a mano, por lo que son un producto bien hecho, garantizado”, afirma.

Un toque personal

Mishad Orlandini, de la editorial Alas de Barrilete, clasifica este tipo de empresas en independientes, artesanales, cartoneras y alternativas, las que en conjunto reunen cerca de 20 editoriales, que aglutinan a unos 60 escritores.

“Me interesé en este campo porque tengo la teoría de que el libro digital comenzará a ganar espacio, mientras el libro físico tenderá a desaparecer. Sin embargo, la edición artesanal prevalecerá pues tiene un sello único”, afirma Orlandini, quien resalta que es un campo donde cada quien desarrolla su propio proyecto y visión.

La editora, quien también ha incursionado en el cine y la comunicación, muestra un ejemplar —de los tres que elaboró— pintado a mano por ella y comenta: “Se trata de explorar el lado artístico en cada edición”.

Para concretar este proceso debió convencer a su padre, quien es propietario de una imprenta, para que apreciara esta nueva vertiente. Luego, él mismo le enseñó a mejorar los procesos, como dejar una sangría, pegar el lomo y otros detalles del oficio.

Manuel Tzoc, de la Maleta Ilegal, ha trabajado más en el campo del libro-objeto, como él le llama.

Polen, por ejemplo, es un pequeño frasco de vidrio que contiene cápsulas de colores con textos enrollados en su interior.

“Hay un resignificado del libro en sí mismo, infinidad de posibilidades”, explica este joven artista que también experimenta con el performance, la poesía y una fusión de lenguajes.

En lo que coinciden los tres editores es que este no es un espacio donde exista la competencia entre sí, sino al contrario, hay compañerismo para continuar creciendo como grupo.

Son publicaciones de autor, es decir, cuando una persona decide editar con sus propios recursos un libro.

En Guatemala opera una decena de estas empresas. Algunas son: Editorial Bizarra, Alas de Barrilete y La Maleta Ilegal.

Además, 90's Plaquettes, Sin Tecomates Ediciones, Editorial Alambique y Taller de Mente Inquieta.

Chuleta de Cerdo, en Quetzaltenango y Proyecto editorial Los Zopilotes, en Antigua Guatemala.

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