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Investigadores afinan método para desviar asteroides

Probablemente haya una gran roca espacial allá afuera, en algún lugar, que tiene a la Tierra en la mira. De hecho, los científicos han detectado a un candidato, Bennu, que tiene una pequeña posibilidad de golpear nuestro planeta en el año 2182. Pero ya sea Bennu u otro asteroide, la pregunta será cómo evitar un encuentro cósmico muy indeseado.

Durante casi 20 años, los investigadores se han estado preparando. Usando un arma especialmente diseñada, han disparado proyectiles a meteoritos y han medido cómo las rocas espaciales reaccionaron y, en algunos casos, se rompieron. Estas observaciones arrojan luz sobre cómo podría responder un asteroide a un impacto de alta velocidad destinado a desviarlo de la Tierra.

En una reunión de la Sociedad Meteorítica celebrada en Chicago, en agosto, los investigadores presentaron los resultados de esas pruebas, que sugieren que el éxito de desviar un asteroide de nuestro planeta podría depender del tipo de roca espacial con la que nos enfrentemos y de cuántas veces se le impacte.

En la década de 1960, la idea era lanzar un proyectil que rompería la roca espacial en pedazos lo suficientemente pequeños como para quemarse en la atmósfera de la Tierra, dijo George Flynn, físico de la Universidad Estatal de Nueva York, en Plattsburgh.

El pensamiento es diferente hoy, y tampoco es la versión de Hollywood con una bomba nuclear. Más bien, la idea principal actual es empujar a un lado un asteroide entrante al propiciar una colisión entre un asteroide y un objeto mucho más pequeño y menos masivo. Conocida como desviación de impacto cinético, una colisión así altera la trayectoria del asteroide muy levemente, con la intención de que su órbita cambie lo suficiente como para pasar inofensivamente junto a la Tierra.

Los investigadores acumularon 32 meteoritos, la mayoría comprados a distribuidores privados. (El más grande, del tamaño de un puño y con un peso de 250 gramos, le costó al equipo unos 900 dólares).

Aproximadamente la mitad pertenecía a un tipo conocido como condritas carbonáceas, que tienden a ser relativamente ricas en carbono y agua. El resto eran condritas ordinarias, que normalmente contienen menos carbono. Ambos son representativos de los asteroides cercanos a la Tierra que representan un riesgo. (Bennu es una condrita carbonosa).

El equipo puso a prueba los meteoritos con un arma de alta velocidad de la NASA que puede lanzar proyectiles a más de 6 kilómetros por segundo, mucho más rápido que un rifle.

Las condritas carbonáceas se fragmentaban con mucha mayor facilidad —podían soportar sólo alrededor de una sexta parte del impulso que podían recibir las condritas ordinarias antes de romperse.

Si un asteroide más rico en carbono se dirigiera hacia nosotros, podría ser necesario darle una serie de empujones más suaves para evitar que se rompa.

“Se podría tener que utilizar múltiples impactos”, dijo Flynn.

En el 2022, los investigadores probarán por primera vez la desviación de impacto cinético en un asteroide real en el sistema solar con la misión Prueba de Redirección de Doble Asteroide (DART) de la NASA. No hay peligro de que el asteroide objetivo de la nave espacial, un trozo de roca de unos 160 metros conocida como Dimorphos, choque con la Tierra. Se espera que la misión sea lanzada en noviembre.

“Definitivamente es importante hacer estos experimentos”, dijo Nancy Chabot, la líder de coordinación de la misión DART y científica en la Universidad Johns Hopkins, en Maryland. “La Tierra ha sido golpeada por objetos durante toda su historia, y seguirá siéndolo en el futuro”.

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