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Cómo se vive una noche en un casino: La regulación vigente en Guatemala y el riesgo de adicción al juego

Cada vez es más frecuente ver que las personas acuden a casinos y bingos buscando distracción y adrenalina. Algunas, incluso, comentan que las ganancias de sus apuestas son para mantener a su familia.

Las máquinas tragamonedas ofrecen líneas de un solo pago o de varios, según el juego. (Foto Prensa Libre: Shutterstock).

Las máquinas tragamonedas ofrecen líneas de un solo pago o de varios, según el juego. (Foto Prensa Libre: Shutterstock).

Desde afuera los casinos están pintados con colores neutros y letreros con luces que llaman la atención, y adentro es un mundo en donde gobiernan las emociones. Se ven rostros que reflejan ansiedad, ilusión, alivio, y otros que muestran soledad, decepción y resignación, mientras que de fondo se escuchan las campanas tintineantes de las máquinas, y en las bocinas el cántico de los números del bingo. En otras ocasiones solo se escucha música tranquila, para no opacar el ruido de las máquinas que anuncian una posible jugada ganadora.

En la puerta da la bienvenida un guardia de seguridad —o dos—, a quienes luego se les ve caminando por todo el recinto, saludando a los clientes frecuentes. “Qué bueno verlo por acá otra vez” o “¿La misma máquina y suerte de siempre?” son frases que mencionan a quienes ingresan con la ilusión de que esa noche es la buena.

Algunos recomiendan que antes de empezar a jugar hay que decidir cuánto dinero está dispuesto a perder y que, al llegar a esa cantidad, si la suerte no le ha acompañado, retirarse es la mejor opción.   Sin embargo, al comenzar a recorrer el lugar inicia la aventura de qué jugar y qué no, pues todas las máquinas parecen querer atraer a los apostadores.

La variedad va desde la tradicional mesa de póquer, en donde varias personas ven de reojo a sus oponentes esperando tener las mejores cartas, hasta las máquinas multiplicadoras que permiten hacer apuestas con una moneda.

El término “moneda” en realidad hace referencia al billete que se coloca. Su valor dependerá del tipo de máquina que se utilice, ya que algunas permiten ingresar desde Q10, Q20, Q50 y Q100 cuando las apuestas van desde los Q0.10 hasta los Q2 por cada tiro, mientras que otras permiten apuestas más elevadas, en las cuales el mínimo es Q35 por cada jugada.

En cada máquina existen diferentes juegos, entre los cuales están los de líneas de pago múltiple. Algunos tendrán una sola línea de pago en el centro de la pantalla, que es donde la combinación ganadora debe alinearse para conseguir una tirada ganadora, mientras que otros ofrecen más de una línea de pago para generar más acción, pero estas requieren más crédito para ser activadas.

Las apuestas en un casino variarán dependiendo de la máquina que se elija. (Foto Prensa Libre: Shutterstock).

Para los principiantes la recomendación es comenzar con los juegos que permiten apuestas más bajas, mientras que se entiende cómo funciona. Aunque esto no toma mucho tiempo, ya que la adrenalina motiva a comprender qué líneas y jugadas son las que dan más recompensa. Además, las personas de al lado, que se ven más expertas y están emocionadas apretando el botón “Girar. Repetir apuesta” también son de ayuda.

“Apueste más, aunque sea dos quetzales, porque con esa jugada que hizo hubiera ganado mucho más dinero”, me dice una mujer de unos 40 años que estaba al lado y que se giró hacia mí cuando la máquina tintineó más fuerte que de costumbre para notificarme que me había abonado Q0.50 al crédito que tenía por la línea que acababa de lograr.

Le comento que estoy probando el juego. Se ríe y me dice que este no se pone a prueba, sino a la máquina y a la suerte. “Por eso hay que apretar sin miedo el botón y ver la pantalla con firmeza, confiando en el resultado”, enfatiza.

Cada máquina hace creer que el jugador está a punto de ganar. Incluso, la música de la máquina y ver que las de al lado giran y dan líneas ganadoras a los otros jugadores, estimula a seguir jugando hasta obtener una recompensa. Estas no siempre están reflejadas en crédito, sino también en jugadas gratis. Es decir, da la opción de hacer una jugada sin que sea cobrada. “En esta gratis sí voy a recuperarme”, dice un hombre. Luego no hubo ningún sonido de emoción.

La iluminación es parte de los elementos de un casino que invitan a seguir jugando. (Foto Prensa Libre: Shutterstock).

Cuando no se escucha ninguna expresión de emoción por ganar basta con ver alrededor. La mayoría de los jugadores están apretando el botón con la mano derecha casi que, de forma automática, mientras que en la izquierda sostienen una bebida. El sonido de la máquina es lo que los hará regresar al sentido de alerta y emoción.

Mi máquina hace otro ruido diferente, más alto que el de la primera vez, por lo que varias miradas se centran en la pantalla, en el apartado que dice “winner paid” en el que los números siguen aumentando. Se detienen en Q35. “Ay, sáquele provecho a su suerte. Aumente su apuesta”, dice mi nueva compañera.

Mientras las dos adoptamos la opción de apretar el botón de forma automática porque no logramos ninguna línea ganadora, la mujer me comenta que llega al lugar con su esposo e hijo. “Digamos que es nuestra salida familiar”, comenta entre risas.

Las máquinas tragamonedas en los casinos son, en su mayoría, digitales. (Foto Prensa Libre: Shutterstock).

“No tenemos una adicción, porque lo podemos dejar cuando queramos. Incluso, hemos dejado de venir por varias temporadas. Pero de aquí hemos sacado para sobrevivir”, menciona. Luego relata que hace varios años su hijo se quedó sin trabajo por tres meses y no tenía solvencia económica para sostener a su familia. Obtuvo un trabajo temporal y de lo que ganó apartó un poco de dinero para ir a jugar.

“Muchos no lo creen, pero de la primera jugada sacó para mantener a su familia el primer mes. No es que haya tenido lujos, pero al menos tenía para comer. Días después regresó y tuvo más suerte y así salió la comida y el pago del colegio del segundo mes”.

Lo que estipula la legislación

En Guatemala, el Ministerio de Gobernación, mediante el acuerdo gubernativo 54-2015 y el acuerdo ministerial 317-2015, es el encargado de autorizar las loterías, bingos y juegos similares.

Hasta el 31 de enero del 2023 estaban registradas 16 loterías en el país, entre las cuales tres describen sus actividades como “lotería y bingo”, una como “juegos de lotería” y otra como “lotería y juegos similares”.

Según la cartera del Interior, no se pueden autorizar “casinos” como tal, debido a que esta palabra no está incluida en el reglamento.

Sin embargo, ya que se indican “juegos similares”, en un establecimiento se podrían utilizar máquinas como las conocidas tragamonedas, si es que los juegos cumplen con los procedimientos y mecanismos que se describieron en la documentación entregada al ministerio para su autorización.

A pesar de que son pocas las loterías y bingos autorizados, estos van en aumento, porque una empresa podría tener uno o más locales, tanto en la capital como en los departamentos.

Prevenir la adicción

Cualquier persona mayor de edad puede asistir a las casas de juego. Hay quienes buscan esta experiencia, pero cuando comienzan a perder y se dan cuenta de que su economía se ve afectada, lo dejan. Sin embargo, hay otros que a pesar de los problemas que puede causar el juego en su vida siguen buscando adrenalina y emociones, por lo que se acostumbran a mentir y a conseguir dinero sin importarles las consecuencias.

Las mesas de poker no pueden faltar en los casinos. (Foto Prensa Libre: Shutterstock).

De acuerdo con Claudia García, directora del posgrado en Neuropsicología y Maestría en Neuropsicología Clínica de la UVG, la guía DSM-5 define el juego como un tipo de adicción no relacionada con sustancias y le llama “juego patológico”.  Este tiene varios criterios; entre ellos, que provoca un deterioro o malestar significativo en la persona y debe presentarse durante más de 12 meses.

Las personas con diagnóstico de adicción al juego patológico “tienen una necesidad grande por apostar y por lo regular tienen un trastorno de personalidad, como el antisocial, que se caracteriza por violar las reglas, no le gustan los límites y mienten con facilidad”, añade.

Se considera una adicción cuando al menos dos esferas de la vida se ven afectadas de manera considerable: el área familiar, laboral y social. En caso de que considere que esta actividad genera mucho sufrimiento hay que buscar ayuda especializada, como psiquiatras con experiencia en adicciones, concluye.

ESCRITO POR:

Andrea Jumique Castillo

Periodista de Prensa Libre especializada en temas de salud, bienestar y cultura, con 5 años de experiencia.