Revista D

Budismo, la muerte del deseo

La historia del budismo comenzó en el siglo VI a. C. con el nacimiento en India de Siddharta Gautama —Buda—. Desde entonces, es una de las doctrinas más antiguas practicadas por la humanidad.

Se ha extendido a casi todos los países de Asia, Europa, Latinoamérica y Estados Unidos, por lo que es considerada una de las más grandes religiones del mundo. Se calcula que unos 350 millones de personas la profesan.

Debido a la manera cómo se practica —meditación personal— no se tiene la certeza de la fecha que empezó a practicarse en Guatemala, ni mucho menos la cantidad de seguidores, aunque se cree que podrían oscilar entre 8 y 12 mil. Se estima que los primeros budistas arribaron al país con las primeras generaciones de chinos durante la primera mitad del siglo XX. También se sabe que en Panajachel, Sololá, se instaló de manera informal, en los primeros años de 1990, una comunidad de extranjeros budistas.

Lo que sí es seguro es que en 1995 se abrió el primer Centro de Estudios Tibetanos, en la zona 10 de la capital, a raíz de la visita del presidente de Casa Tíbet México, Marco Antonio Karam; posteriormente se fundaron los centros Bodhipath, también en la zona 10, y Caminos del Diamante, en Vista Hermosa II, zona 15.

Andrés Montano, presidente y maestro residente de Casa Tíbet Guatemala, dice que antes del 2008 era complicado hablar de esta doctrina en el país, porque había mucha hostilidad hacia los budistas, a pesar de que en el 2005 el Dalai Lama, su máximo jerarca, y quien recibió el Premio Nobel de la Paz (1989), visitó estas tierras. “Era difícil conversar con otros, sentíamos mucha hostilidad, pero en la actualidad hay más apertura”, indica.

Montano atribuye esta aceptación, entre otras razones, a la globalización de las comunicaciones y al internet, las que promueven la instrucción sobre otras culturas y a interesarse por otros principios filosóficos y religiones.

Esta apertura les permitió ser miembros de la Mesa de Cooperación Intercultural e Interreligiosa “en donde oramos junto a católicos, evangélicos y de la fe baha’i, con una sola meta, decir: “No a la violencia. A los budistas nos preocupan los mismos problemas”, enfatiza.

Además de la Casa Tíbet, cuyos miembros se reúnen semanalmente para dar continuidad a sus programas de estudio y meditación, en el país también conviven otras modalidades de budismo.

Una de ellas es la meditación vipassana, que tiene como líder al birmano Satya Narayan Goenka, quien falleció en septiembre del 2013. “Ellos, regularmente, solo participan en retiros de meditación comunitarios de unos 10 días, por lo que los llevan a cabo durante Semana Santa o Año Nuevo. La práctica diaria depende de cada quien”, explica Montano.

Otro segmento lo integran los seguidores del zen, que no tiene estructura organizativa y que, en cierta forma, según Montano, son “antiestablecimiento”, aunque en países como Japón y Corea están institucionalizados. En Guatemala la práctica se lleva a cabo a nivel personal, sin vinculación con un maestro específico; ellos son autodidáctas, pues meditan en sus casas.

Maribel Ro, de la Fundación Budista Tzu-Chi de Taiwán en Guatemala, explica que no cuentan con un templo y que únicamente llevan a cabo meditaciones individuales. “A los que ayudamos no les hablamos del budismo, solo queremos colaborar para que salgan de su sufrimiento”.

La meta del budismo es el nirvana, palabra que significa la “extinción” de los fuegos de todos los deseos y la absorción del yo en el infinito. Los budistas no adoran a una persona o a un dios, sino siguen un sistema de pensamientos, meditación y ejercicios del espíritu basados en las enseñanzas del Buda, de acuerdo con la página historia-religiones.com.

Esta filosofía se resume en las Cuatro verdades nobles: 1) Toda la existencia es insatisfactoria. 2) Las insatisfacciones están causadas por el deseo de algo permanente, cuando en el mundo no existe la permanencia. 3) Es posible conseguir el cese de las insatisfacciones, el nirvana. 4) el nirvana se alcanza con ocho pasos, cada uno de los cuales incluye la palabra samma, que significa “correcto”: conocimiento, actitud, discurso, acción, vida, esfuerzo, estado mental y concentración.

“En el budismo no creemos que el dinero sea una fuente de dolor o de felicidad. El sufrimiento y la felicidad dependen de cómo nos relacionamos con estos objetos, situaciones o personas”, indica Montano.

La cesación nos dice que si pacificamos nuestras emociones aflictivas, si dejamos de relacionarnos con los objetos, personas o situaciones a través del enojo, la avaricia, los celos y la envidia, lograremos un estado de bienestar, agrega el presidente de Casa Tibet Guatemala.

“Buda dice que se debe cuidar el corazón y los pensamientos. Las personas siempre desean más y más, y se enojan cuando no lo logran, por eso hay muchas peleas. Esta filosofía busca que la gente se aleje del deseo inagotable y del odio, con lo cual el mundo sería más tranquilo y viviría en paz”, comparte Ro.

Partiendo de la problemática social del país, Montano asegura que el budismo transmite “una esperanza al decir que podemos estar en paz aunque vivamos en un caos. No tenemos que transformar la sociedad, sino que debemos comenzar transformándonos nosotros mismos y así alcanzar una paz interna y bienestar”.

Kyabgön Chetsang Rinpoche, uno de los jefes supremos de Casa Tíbet estará en el país del 28 al 31 de este mes e impartirá la conferencia Sabiduría de un lama tibetano: cómo afrontar las dificultades con no-violencia y meditación y un retiro en el que enseñará la práctica de la transferencia de la conciencia en el momento de la Muerte.

https://www.youtube.com/watch?v=XsWpPvvtlHw

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