En la investigación, dirigida por los doctores H. Gilbert Welch, Per-Henrik Zahl y Jan Maehlen, fueron comparados dos grupos de mujeres de entre 50 y 64 años de edad, en dos lapsos de seis años consecutivos cada uno.
En uno de los grupos había 109 mil 784 mujeres que fueron estudiadas entre 1992 y 1997 y a las que se les practicó una sola mamografía; en el otro había 119 mil 472 féminas que fueron analizadas entre 1996 y 2001 y a quienes se les hizo una mamografía cada dos años.
Según los investigadores, el resultado esperado era que en ambos grupos se detectaran similares cantidades de cánceres de mama, ya fuera al final o durante los períodos de estudio.
Sin embargo, se comprobó que en el grupo mamografiado regularmente sufrieron un cáncer invasivo de pecho mil 909 mujeres, en seis años, y en el que fue sometido a una sola mamografía hubo mil 564 con el mismo diagnóstico en el mismo periodo.
Aunque hay otras explicaciones para este fenómeno, para Welch, de la Escuela de Medicina Geisel, en Dartmouth, EE. UU., la explicación más probable es que “hay algunas mujeres que tienen un tumor en un momento de su vida y luego no lo tienen”, es decir que este ha desaparecido.
Aunque algunos expertos rechazan o desestiman la idea de una curación espontánea, otros como el médico Robert M. Kaplan, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de California, en Los Ángeles, expresó en un editorial su interés sobre este estudio.
“Si otras investigaciones confirman estos resultados, en un futuro algunas mujeres podrían optar por la denominada “observación o terapia expectante”, que incluye el control periódico del tumor mamario para comprobar si crece”, declaró Kaplan al NYT.
Un equipo español ha investigado a qué se debe que algunos tumores desaparecen por completo o su tamaño se reduce notablemente, sin ninguna intervención terapéutica convencional, y sus conclusiones han sido tomadas en cuenta en las revistas científicas European Journal of Gastroenterology & Hepatology y Digestive Disease Sciences.
Los autores han revisado los casos de regresiones espontáneas —totales o parciales y no atribuibles a cirugía o terapia oncológica— de tumores, recogidas en la literatura médica entre 1978 y 2007, y han constatado que es un fenómeno más común en los hepatocarcinomas —cánceres de hígado— que en otros tumores, y que estos casos son más habituales de lo que se creía.
Según el hepatólogo Bruno Sangro, de la Clínica Universitaria de Navarra, España, y coordinador de este trabajo, se calcula que la regresión parcial ocurre entre dos y cuatro casos de cada mil, y que del 1 al 2 por ciento de los pacientes pueden experimentar algún tipo de regresión, en la que el tumor se encoge o achica.
Según los autores del estudio, en las regresiones podrían intervenir factores inmunológicos que permiten que el paciente desarrolle una potente respuesta defensiva contra la enfermedad y el ritmo de crecimiento del tumor, ya que cuando este crece demasiado rápido no le da tiempo a tejer una red de vasos sanguíneos lo bastante eficaz como para nutrirlo.
Diabetes de ida y vuelta
Aunque no puede considerarse estrictamente una curación espontánea, un nuevo estudio, dirigido por el médico Edward Gregg, de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), ha demostrado que aunque la remisión de la diabetes es muy poco frecuente, sería posible conseguirlo cambiando el estilo de vida.
En esta investigación, una de cada nueve personas con diabetes consiguió recuperar su nivel normal o “prediabético” de azúcar sanguíneo, después de seguir un programa destinado a que los participantes ingirieran entre mil 200 y mil 800 calorías diarias y practicaran actividad física al menos tres horas a la semana.
Al cabo de un año, el 11.5 por ciento de los participantes logró una remisión de la diabetes, al menos parcial, es decir que sus niveles de glucosa en la sangre se normalizaron sin que tomaran medicamentos. En el grupo de control, que no siguió un programa intensivo, dieta y ejercicio, las remisiones ocurrieron solo en el 2 por ciento de los casos.
“Se asume que una vez que la diabetes aparece, no hay vuelta atrás, ni remisión ni curación, pero cambiar a una dieta saludable, un estilo de vida activo y el control del peso, facilita el manejo de la enfermedad y podría ayudar a suspender la medicación y reducir el riesgo de complicaciones”, según el doctor Gregg, autor principal del estudio.
Asimismo, algunos niños menores de 5 años diagnosticados de algún trastorno del espectro autista (TEA) pierden los síntomas, así como el diagnóstico, al hacerse mayores, según una investigación financiada por los Institutos Nacionales de Salud Mental de Estados Unidos (NIMH) y dirigida por la médica Deborah Fein, de la Universidad de Connecticut-Storrs.
Ese estudio se efectuó con 34 niños que recibieron un diagnóstico precoz de autismo y ahora no presentan síntomas, 44 de ellos con características del padecimiento muy marcadas, como la incapacidad emocional y el retraso en el aprendizaje, y otros 34 pequeños con un desarrollo normal del TEA, todos ellos de entre 8 y 21 años de edad.
Si bien este estudio no aporta información sobre el porcentaje de niños diagnosticados con autismo que podrían perder los síntomas, según sus autores puede arrojar luz sobre si los cambios en los enfermos asintomáticos se deben a una normalización de su función cerebral o si sus cerebros han sido capaces de compensar las dificultades relacionadas con este problema.
“Aunque normalmente el diagnóstico del trastorno del espectro autista no desaparece con el tiempo, las conclusiones obtenidas en este informe indican que existe un pequeño porcentaje de casos que consiguen superar este padecimiento”, señala el director del NIMH, Thomas R. Insel.