Hablar de música y de nuevos artistas en el país es fundamental, debido a que existen diversas propuestas sonoras que cautivan con sus ritmos y lírica. Este es el caso de Gabriel Fuentes, cantautor guatemalteco que el próximo martes lanzará el EP titulado Del caos al cosmos, producción en la que comparte temas llenos de vivencias y creatividad.
Fuentes, de 20 años de edad, se vinculó con la música desde muy pequeño y a los nueve ya tocaba la batería. Continuó con el aprendizaje y se dedicó a estudiar el piano, el bajo, el ukelele, la armónica, la marimba y el canto. En la actualidad promociona sus temas que él mismo define como música de autor.
Proceso creativo
“Nunca he querido entender cómo surge. Tengo la sensación de que cuando escribo canciones no estoy plenamente consciente. Sin darme cuenta tomo la guitarra, un lápiz y cualquier hoja de papel que esté a la vista. Ocho horas después en el papel hay una canción y yo reboto de la felicidad en mi habitación. Esa parte del proceso es instintiva. La racionalidad entra cuando se editan y se producen”, afirma Fuentes, quién es fanático de las producciones audiovisuales, y durante agosto y septiembre de este año, publicó en su canal de YouTube tres videoclips grabados durante una sesión en formato acústico.
Las canciones
Del caos al cosmos, Vendaval, Incendio y
Debajo de la piel, son los títulos que
Fuentes incluye en el disco y a partir de la próxima semana se podrán escuchar en varias plataformas digitales como Deezer y Spotify.
“Las canciones pasan por un largo proceso. Primero se gestan en mi mente y dos años después ya están maduras conceptualmente. He descubierto que estas melodías exploran mis heridas emocionales más profundas”, señala.
Para Fuentes es importante concentrarse en los proyectos personales y con su reciente producción, está convencido que expondrá varias experiencias propias.
“La vida me obsequió el privilegio de ser un artista. La capacidad de contemplar y de traducir lo que se observa del mundo intangible vienen por defecto. Al principio creía que ese proceso era terapéutico, que sanaba heridas. Ahora creo que es todo lo contrario”, sostiene el músico guatemalteco y agrega que “cuando vivimos transformaciones traumáticas, una cura es el olvido pues es natural que deseemos dejar atrás esos sucesos. Sin embargo, el artista tiene la obligación de explorar esa herida y reabrirla si es necesario, porque a partir de allí comienza el proceso creativo”.