Revista D

Sus fotografías documentan la vida cotidiana de San Pedro La Laguna 

Con su lente, Josué Samol Navichoc guarda la historia de su pueblo. Desde hace nueve años fotografía el día a día de su natal San Pedro La Laguna, Sololá. 

El fotógrafo se interesa por la cotidianidad del pueblo tz’utujil. (Foto: Josué Samol Navichoc).

El fotógrafo se interesa por la cotidianidad del pueblo tz’utujil. (Foto: Josué Samol Navichoc).

Josué Samol Navichoc (30 años) creció contemplando dos imágenes cotidianas de su pueblo San Pedro La Laguna, Sololá: los turistas retratándose a la orilla del Lago de Atitlán y los pintores reproduciendo estampas del lugar. Estas escenas lo influenciaron para que, hace nueve años, tomara una cámara y comenzara a fotografiar la vida cotidiana del poblado.


Con esta decisión cumplió su sueño de adolescente de dedicarse al arte, el cual fue truncado por su situación económica. Sin embargo, su talento indómito lo comenzó a desfogar en la fotografía que ahora es su pasión.
Con el tiempo se atrevió a compartir sus conocimientos y los sucesos que ha capturado con su lente, por lo que fundó una escuela, galería y estudio, donde las personas pueden apreciar escenas y personajes de San Pedro La Laguna. “Mi idea tiene como objetivo mostrar las postales de la vida del pueblo tz’utujil”, afirma.
Con su arte, Navichoc pretende que los visitantes de su galería, al contemplar sus fotografías, “sientan las expresiones y el esfuerzo que día a día la gente hace para vivir y tratar de ser felices. Son personas que trabajan a diario para sostener a sus familias”, asevera.
“Busco mostrar lo que somos y cómo vivimos.  Espero que los asistentes vivan un momento de felicidad, ternura o nostalgia al contemplar estas imágenes”, comenta el artista, quien reconoce que su frenesí es el arte visual y conceptual.

 “Que hablen por mí”

La vida de Navichoc está saturada de imágenes de extranjeros recorriendo centímetro a centímetro su pueblo, pero también de coterráneos caminando con grandes cargas para ganar el sustento diario. “Quiero que mis fotografías hablen por mí y relaten mi vida”, expresa.
 “Qué descubran lo que somos, vivimos y tratamos de ser. Nuestra cotidianidad está sumergida en imágenes todo el tiempo.  Pensamos en ellas en nuestro telón subconsciente”, agrega.
Su material recopilado en menos de una década ha despertado el interés de galerías nacionales y extranjeras. Ha participado, por ejemplo, en exposiciones en la Alianza Francesa en Guatemala (2014) y en la Universidad de Massachusetts, Boston, EE. UU. (2016), así como en el Centro Simón Bolívar, en Quebec, y en el Place des Arts, de Montreal, ambas en Canadá (2017).
A pesar de su poca experiencia ha conocido a personas que lo han ayudado. Uno de ellos es el canadiense René de Carufel, quien tiene una trayectoria de 40 años en esta profesión. “No se detenga, salga a fotografiar el mundo y descubrirá el lado que no conocía”, le dijo en una ocasión.

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