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Alejandra Rubio vence la adversidad con ayuda del tenis

Tenía 10 años cuando Isabel Alejandra Rubio Dávila se enamoró del tenis de campo. La pequeña niña, quien sufre de parálisis cerebral, encontró en el deporte el mejor amigo para vencer la adversidad y encontrar la alegría de la vida.

Alejandra Rubio atleta de tenis de campo

Alejandra Rubio atleta de tenis de campo

Su sonrisa es  capaz de iluminar cualquier día, y su  entusiasmo contagia a cada momento. La atleta es  una guerrera incanzable que no se da por vencida. Meses atrás     fue nombrada por la Federación Internacional de Tenis (IFT)  jugadora destacada, por su espíritu positivo.

Isabel  sufre  parálisis debido a una  negligencia médica al momento de su nacimiento, pues   traía el cordón umbilical enredado en el cuello  pero los médicos se negaron a practicarle una cesárea a su madre, Jacqueline Escarleth Dávila, y forzaron su nacimiento en forma natural, con lo que causaron que muchas de sus neuronas murieran, debido a la asfixia que le provocó el esfuerzo al batallar por su vida.

Pasados los años,  terapias y operaciones, su discapacidad no es obstáculo para alcanzar sus metas y se esfuerza cada día por dar lo mejor de sí en cada una de sus actividades diarias. “Antes, para mí era muy difícil hasta agarrar un lápiz; ahora, aunque aún me cuesta, poco a poco he ido adaptando mi discapacidad a mi día a día”, explica la tenista de 18 años.

Cuando Isabel tenía 10 años fue sometida a la primera cirugía para corregir los problemas en los pies, ya que  tenía  torcido el  izquierdo, y el derecho, completamente plano, lo que le dificultaba la movilidad y le causaba dolor al caminar. La recuperación se tornó lenta, debido a una infección en una sutura. Un año tuvo que pasar para que sanara la herida y entró al quirófano nuevamente. Fue ahí donde se encontró con la pasión que le cambió por completo la vida: el tenis.

Invitación especial

Fue en el Hospital Infantil de Infectología y Rehabilitación, al que acudía para trabajar en su recuperación, donde conoció  a su entrenador Giovanni Rangel, quien la invitó a que se integrara al deporte. “Desde el primer entreno en el hospital  quedé encantada con el tenis, a pesar de que me fue muy mal, ya que me costaba agarrar la raqueta, pegarle a la pelota y mantener el control de mi cuerpo. Pero eso no me importó porque yo estaba fascinada con  este deporte”, comparte.

Bastaron menos de 15 días para que Isabel se uniera con el resto de atletas en la Federación Nacional de Tenis, en donde entrenaba dos veces por semana,   los días que con más ansias esperaba para asistir a su lugar favorito: la cancha de tenis.

Tras un año de fuertes entrenos para fortificar sus capacidades motoras, pudo competir a escala nacional, algo que  no olvida, pues, aunque no le fue muy bien,  lo tomó como una experiencia de aprendizaje.

En el 2013,  Rubio, Amy Rojas y   Rangel   participaron por primera vez en el Campamento Junior de la Américas para tenistas en sillas de ruedas ITF-USTA Cruyff Foundation 2013, efectuado en Mission Viejo, California, Estados Unidos, el cual reunió a más de 30 atletas de este país, Argentina, Canadá, Chile, México y Guatemala.

“Esa fue la primera ocasión en que se me abrieron las puertas en grande. Para mí fue uno de los momentos más felices y me sentía realizada, ya que desde el momento que empecé a entrenar el tenis, uno de mis objetivos ha sido estar entre las mejores 10 tenistas del mundo”, comenta con mucha emoción Isabel.

Gracias a su perseverancia y entrega, en el 2014 volvió a participar en el Campamento. Por las mañanas se entrenaba en cancha, y por las tardes disputaban los partidos del torneo categoría tenis silla de ruedas ITF Junior Series, donde se otorgan puntos para el ranquin mundial junior de tenis en silla de ruedas.

Fue en ese campamento que la Federación Internacional le ortorgó el premio al Espíritu ITF. El 2014 fue muy significativo para Isabel, pues también participó activamente en la visita del entrenador internacional de tenis en silla de ruedas  Paúl Walker, quien visitó Guatemala del 11 al 15 de agosto, con el objetivo de promover ese deporte en la mujer con discapacidad y jugadores con lesiones altas.

Para Isabel, esta visita fue fundamental, ya que junto a Walker  dio varias charlas en universidades y en la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala.

Nuevos desafíos

Isabel ya cumplió la mayoría de edad, por lo que el 2015 será  de muchos retos y metas, en el que buscará ingresar en la categoría mayor de Quad —jugadores con lesiones altas— y con ello acumular los puntos en el ranquin internacional, para que en un futuro no muy lejano pueda competir en torneos de gran prestigio a escala internacional.

“Mi más grande sueño es poder llegar a competir en los torneos Open a nivel internacional, y también ganar una medalla paraolímpica. Sé que si entreno y enfoco mi esfuerzo en esa meta, lo puedo alcanzar“, asegura.

Uno de los mayores logros personales de la atleta fue graduarse en el 2014, ya que los médicos le dieron los peores pronósticos al decirle que eso sería imposible; sin embargo,  su espíritu luchador la ha ayudado a triunfar en cada uno de los ámbitos que le apasionan.

Gracias a sus buenos resultados académicos ganó una beca para estudiar inglés, lo que usará como parte de su preparación para el futuro en la Universidad, pues reconoce que aunque el deporte es primordial en su vida, también lo es la preparación personal.

La tenista continuará trabajando arduamente para mejorar sus habilidades dentro de la cancha, a fin de ser parte de la delegación guatemalteca que compita en los Juegos Paralímpicos del 2020. “Sé que es una meta bastante ambiciosa y complicada de realizar, pero aprendí de la vida que no hay nada imposible. Cuando uno se propone algo, si se trabaja, se esmera y se lucha con todas las fuerzas, se alcanzarán las metas deseadas tarde o temprano”.

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