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Ian Thorpe del oro olímpico al drama

Esta es la historia de uno de los íconos de la natación mundial, que pasó de ganar infinidad de  medallas de oro a deambular por la calle, debido  a una fuerte depresión. La natación australiana  había creado una máquina perfecta físicamente, pero con desequilibrios psíquicos.

El exnadador australiano Ian Thorpe dejó su huella en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000. (Foto Prensa Libre: AS Color)<br _mce_bogus="1"/>

El exnadador australiano Ian Thorpe dejó su huella en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000. (Foto Prensa Libre: AS Color)

El  30 de abril último, Ian Thorpe abando nó el Hospital de Síd ney después de haber  sufrido una infección  en el hombro izquierdo que, in cluso, le había llevado a per manecer algunos días en la Uni dad de Cuidados Intensivos.  Aunque su agente negó todos los  rumores cuando se le preguntó  por su estado, la prensa austra liana sacó a la luz que hubo cier to riesgo de que perdiera el esa  parte del cuerpo y que le ace chara la muerte. Era el enésimo  susto del Torpedo, el nadador  más brillante que ha dado Aus tralia en toda su historia, ga nador de cinco medallas de oro  olímpicas, entre otros muchos  logros, desde el 2000 hasta 2004,  su auténtica época dorada.

Este soy yo

El giro que le ha dado la vida a  Thorpe refleja el lado oscuro del  deporte. En el 2004, el nadador   podía ser lo que se propusiera.  Venía de ganar cuatro medallas  en los Juegos de Atenas —dos de  oro— y de agrandar su palmarés  hasta los nueve metales en el  mayor acontecimiento deporti vo de su especialidad. Era un  referente dentro y fuera de las  piscinas, una especie de gurú en  su país: portada de periódicos,  reclamo de campañas de publi cidad e incluso personaje ape tecible por la política. Aquel chi co de 1.95 metros y de tan solo 22  años, con un cuerpo privilegiado  para la natación y una carrera  extraordinaria, no estaba  bien. La natación australiana  había creado una máquina fí sica, pero con desequilibrios  psíquicos. Como explicó el  propio nadador en su biogra fía, titulada Este soy yo, entre  el 2002 y el 2004 sufrió gran des depresiones que lo lle varon a consumir alcohol y a  verse al borde del suicidio. En  aquellos tiempos oscuros, en  los que Thorpe encontraba en  la natación su único consuelo,  apenas tenía 20 años de edad,  aún no había madurado y pa recía que la vida se le estaba  consumiendo. Para entender  el inicio de su declive hay que  remontarse a sus inicios,  cuando con 14 años fue re clutado por el Instituto Aus traliano de Deporte.

El padre de Thorpe había  sido un buen jugador de cric ket y su madre había prac ticado un deporte llamado  netball, que es parecido al  baloncesto. La cultura deportiva siempre formó parte de la  vida de Ian, quien con 5 años  comenzó su carrera acuática a  pesar de tener un grave pro blema de salud. Un denominador común en muchos nadadores, que descubren el  agua de este modo y, gracias a  su fuerza de voluntad, lo superan.

El caso de Thorpe fue más  extraño que el resto. El pequeño Ian, mucho más alto  que sus compañeros, era alérgico al cloro. Eso lo obligó a  nadar con la cabeza fuera del  agua hasta los 7 años, cuando  logró corregir ese defecto y  pudo comenzar a pulir su técnica. Para entonces, Thorpe  ya apuntaba alto. Su gran ta maño le hacía destacar y ga nar carreras. Con 13 años y  ocho meses, su entrenador  lo  hizo competir en los Cam peonatos Nacionales para ga narse un puesto con vistas a  los Juegos de Atlanta, en 1996.  Como era obvio, el joven na dador, aún un adolescente ca si imberbe, no logró el billete,  pero aquella experiencia le  valió para comenzar su ca rrera internacional, cada año  con más éxitos, imparable. La  alergia al cloro se había con vertido en un vicio.

Después de  esos campeo natos, la preparación de Thor pe se profesionalizó. El Ins tituto Australiano de Depor tes es uno de los campus más  sofisticados. Los nadadores,  por ejemplo, disponen de cá maras subacuáticas que gra ban todos sus movimientos  para poder mejorar la técnica.  Perfeccionar el rendimiento  se convirtió para él en una  obsesión, sobre todo porque  Sídney, la ciudad de Thorpe,  acogía los siguientes Juegos  Olímpicos. Solo había un ho rizonte, convertir a Thorpe en  el rey de esos juegos. Y lo  lograron. Ganó tres oros y dos  platas. Su figura dio la vuelta  al mundo. Desde Mark Spitz  no se había visto otro nadador  igual, tan dominante, versátil,  imponente y elegante. Aus tralia se aupó al segundo lugar  en el medallero y había re cuperado el prestigio tras el  fiasco de Atlanta, donde había  quedado quinto, por debajo  de otros países de menor his toria como Hungría.

La vida de Thorpe fue un  torbellino de emociones po sitivas. Un año después de su  eclosión en Sídney, el Torpedo  se convirtió en el primer na dador en ganar seis medallas  de oro en un mundial. Fue en  Fukuoka,  Japón, en pleno ate rrizaje de Michael Phelps, un  joven de 16 años que empezaba a despuntar. Thorpe pa só de ser un ícono en Aus tralia a ser uno del deporte  mundial; lo mismo que lo graría Phelps posteriormente.  Ídolo en Japón e invitado a la  Casa Blanca, recorrió el mun do como embajador del de porte, un espejo para los jó venes. Pero el espejo era más  opaco de lo que parecía. De trás de ese corpachón se es condía un hombre débil, frá gil, depresivo y repleto de du das, las que lo llevaron, poco a  poco, a dejarse ir en los años  de barbecho de la natación.

El primero de ellos fue en  el  2002, cuando comenzó su  decadencia y sus flirteos con  el alcohol, con apenas 19 años.  Un año después, en el  2003,  compitió en el Mundial de  Barcelona, en el que ganó cinco medallas, tres de ellas de  oro. Solo pudo defender la  mitad de su botín cosechado  dos años antes. La emersión  de Phelps también le hacía  daño, porque la natación co menzó a olvidarse rápido de  Thorpe y a sustituirlo por el  deportista más grande, una  apuesta de Speedo, quien se  obsesionó con superar a  Spitz. El capítulo final de  Thorpe y el reflejo del cambio  generacional con apenas 21  años se vivió en los Juegos de  Atenas 2004. El Torpedo llegaba dispuesto a desafiar a  Phelps, pero los seis oros del  estadounidense eclipsaron  los dos oros, una plata y un  bronce del australiano, un  buen botín para cualquier es trella, aunque pobre para un  nadador como Thorpe.

El australiano comunicó  que se tomaba un año sa bático. Un año que se con virtió en toda una vida, por que en el 2005, cuando pre tendía retomar los entrena mientos, una mononucleosis  infecciosa le impidió regresar.  El australiano quiso cambiar  de aires un año más tarde y  programó una serie de en trenamientos en Estados Uni dos. Entrenamientos que nun ca realizaría. El 21 de noviembre del 2006 comunicó que se  retiraba. Su anuncio fue te levisado por una cadena aus traliana. Thorpe esgrimió como causa principal la falta de  motivación.

Poco se conoce de la vida  de Thorpe. En el 2011 intentó  regresar y clasificarse para los  Juegos de Londres. Fue un  intento fallido, que desembo có en una nueva desilusión y  una vorágine de aconteci mientos fatalistas relaciona dos con la depresión y el al cohol, como aquel día en el  que lo encontraron deambu lando por la calle, solo, a altas  horas de la noche. Capítulos,  algunos de ellos, que explica  en su biografía, como negar  una y otra vez ser homosexual, uno de los rumores que  circulaban, quizás otro enigma sin resolver del mejor nadador que ha dado Australia,  una máquina con un software  poco resistente.