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Michael Laudrup, pies de genio, cabeza de cristal

Michael Laudrup fue uno de los jugadores que deslumbró a medio mundo en la época de los años de 1980 y 1990. Su juego, tanto en el Barcelona en la época del Dream Team como en su corta etapa en el Real Madrid, quedará en las retinas de la mayoría de los amantes del futbol para siempre.

Michael Laudrup es una de las grandes estrellas danesas, como del Barcelona y del Ajax. (Foto Prensa Libre: AS Color).

Michael Laudrup es una de las grandes estrellas danesas, como del Barcelona y del Ajax. (Foto Prensa Libre: AS Color).

No hay duda de que Laudrup cambió la forma de ver este deporte, con su estilo elegante y fino, sus pases sin mirar y sus regates, bautizados como la croqueta. Y no solo eso. Ha dado paso a una gran generación, la que se fijó en él, como Andrés Iniesta, quien en varias ocasiones ha declarado que el danés siempre fue su ídolo. O Isco. Está claro de que su legado como leyenda es igual o aún mayor de lo que Michael llegó a ser como jugador.

Carácter difícil

Hoy Laudrup es un entrenador de renombre en la Premier League y ha conseguido llevar a su equipo, el Swansea, a lo más alto de su historia. Todo es éxito en la vida de este exfutbolista, pero detrás esconde un carácter difícil. A lo largo de su carrera cabe destacar varias decisiones llamativas que lo hicieron famoso por su carácter especial: rechazó ofertas de varios grandes clubes cuando era niño, renunció a la selección, acabó yéndose al Madrid por su enemistad con Cruyff, tuvo problemas con Serra Ferrer durante su etapa de entrenador en el Mallorca, rechazó una oferta para dirigir a su selección nacional…

El gran pasador, el mago mediapunta de los años 1990, esconde detrás de esa fachada angelical un difícil carácter personal.

Desde Copenhague

Laudrup nació en Frederiksberg, una comuna al oeste de Copenhague. Su padre, Finn Laudrup, fue futbolista profesional y le inculcó su pasión por este deporte. Desde muy pequeñito lo practicaba junto a su hermano Brian, cinco años menor, que fue también jugador profesional. Pronto, y gracias a que su padre era entrenador-jugador del primer equipo, fue incorporado a las filas del Brondby danés y allí se formó como profesional. Llegó a debutar en la primera división danesa el día que cumplía los 18 años, el 15 de junio de 1982. Había nacido una estrella y Dinamarca lo sabía.

Tras varias ofertas de clubes europeos, como el Ajax o el Liverpool, con los que no se puso de acuerdo, se decantó por la Juventus italiana un año después. Allí compartiría vestuario con jugadores de la talla de Michel Platini, Paolo Rossi o Boniek. Y con tan solo 19 años.

Pero no fue lo que él esperaba, tanto que se llegó a dudar de su gran talento durante las cuatro temporadas que pasó en el club de Turín. Platini alabó al danés tras su marcha, pese a ello. “Fue uno de los mayores talentos de todos los tiempos. Michael tenía todo, menos una cosa: no era lo suficientemente egoísta”, dijo. Quizá esto lo llevó al Barcelona, ya que sus cualidades no cuadraban en el estilo del futbol italiano.

Conquista el Camp Nou

Johan Cruyff, que entonces dirigía al club catalán, se fijó en él y en 1989 el joven danés fichó y pasó a ocupar una de las plazas de extranjeros tan codiciadas en aquella época en los clubes europeos. Allí llegó su explosión de calidad. Cada partido era un espectáculo y el Rey de las Asistencias dejó boquiabierto al público del Camp Nou, que lo empezó a animar con pancartas como “Enjoy Laudrup” durante su estancia. Además de él, Koeman, Stoichkov y Laudrup formaron la época dorada de los blaugrana, la era del Dream Team.

Pero el danés era un hombre de carácter fuerte. Con Cruyff tuvo sus más y sus menos tras la llegada de Romario. El problema surgió porque solo se podían alinear tres extranjeros por partido. Y había cuatro: Koeman, Stoichkov, Romario y él. La mayoría de las veces el perjudicado fue el danés, que no entendía sus continuas suplencias. La gota que colmó el vaso fue la final de Copa de Europa en Atenas, frente al AC Milán, en 1994. Laudrup no jugó y el Barcelona perdió el título. Aquello aceleró su salida del Camp Nou, que no fue nada fácil. Se marchó al eterno rival, ante la decepción de la afición blaugrana, el Madrid. Pocos jugadores se han atrevido a cruzar esa línea…

El danés aterrizó en Chamartín, y con él, Fernando Redondo. Gracias a estos dos fichajes el conjunto blanco logró desbancar de lo más alto al Barcelona de Cruyff, al ya mencionado Dream Team. El Madrid se proclamó campeón de Liga tras años de sequía. El mediapunta se convirtió en el socio número uno de Iván Zamorano, que fue pichichi esa temporada, con 28 goles. El chileno siempre declaró que gracias a Laudrup pudo anotar tantos goles esa temporada. No hay dudas. Laudrup maravilló a la afición blanca, aunque su estancia fuera breve. Solo dos temporadas en la entidad. Aún así, al día de hoy es uno de los jugadores más elegantes de la historia blanca.

¿Qué pasó?

Aunque brillaba en el Bernabéu, no quiso renovar y prefirió aceptar una suculenta oferta económica que lo llevó al futbol japonés, al desconocido y lejano Vissel Kobe. Una única temporada estuvo allí, para emigrar después al Ajax de Ámsterdam, en la que finalizó su carrera como profesional. Curiosamente colgó las botas en el equipo que había rechazado sin razón años atrás, cuando era niño.

Laudrup estuvo en la élite del futbol 16 temporadas, y clubes de primer nivel fueron sus casas. En su palmarés tiene siete ligas —cuatro con el Barcelona, una con Real Madrid, una con la Juventus y una con el Ajax—, además de una copa de Europa, una del Rey y dos supercopas, con el Barcelona, y una copa de Holanda, con el Ajax.

Estrella danesa

En el ámbito nacional fue noticia por haber renunciado a su selección. Sus desavenencias con el entonces seleccionador, Richard Moller Nielsen, por razones técnicas, durante la fase previa, fueron la causa por la que la estrella se perdió la Eurocopa de Suecia en 1992, en la que Dinamarca se proclamó campeona. Fue el mayor momento de gloria de su país y una de las estrellas del futbol danés de todos los tiempos no participó de ello. Y aunque había jurado que no volvería a la selección a las órdenes de dicho técnico, en 1993 dio un paso atrás y regresó para liderar a Dinamarca. Se llevó un premio menor, la Copa Confederaciones de 1995.

Participó en dos mundiales, el de México 1986, en el que se recuerda su gran actuación en el 6-1 frente a Uruguay, pero cayó en octavos de final contra España (5-1). Su última copa, ya experimentado, fue la de Francia 1998, en la que guió a Dinamarca a los cuartos de final, y Brasil los eliminó por 2-3.

Su premio más grande fue jugar en el mejor equipo de Francia 1998, por sus genialidades expuestas contra el cuadro del brasileño Ronaldo.
En su etapa posterior como entrenador también ha dejado patente su difícil carácter. Salió de las filas del Mallorca tras sus constantes desacuerdos con el vicepresidente, Serra Ferrer. En el 2012 se comentó que Michael podía ser el seleccionador nacional de su país, ante la euforia del pueblo danés, ya que el crack podía ayudar a llevar a Dinamarca a lo más alto. Pero el técnico salió públicamente para manifestar su rechazo al cargo: “Mi interés profesional está centrado en dirigir a clubes de futbol y no a selecciones, por el momento. No voy a sustituir a Morten Olsen”. Otra decisión que trajo polémica en su vida. Una más…

La alegría del Swansea

En el verano del 2012 fichó por el equipo galés del Swansea, todo fue alegrías. En Gales encontró la estabilidad como entrenador y logró hacer un gran grupo, jugando un futbol asociativo y apostando por jóvenes promesas. En su primera temporada ganó la Capital One Cup —Copa de la Liga de Inglaterra—, el primer título del Swansea y de su carrera en los banquillos. Éxitos y desencuentros vivió Michael Laudrup quien terminó su aventura en Inglaterra hace dos semanas.

El danés es así, polémico, único, excepcional. Con unos pies de genio, pero con una cabeza de cristal.