
Castillo no dudó en acercarse a César —quien no va a la escuela— para hacerle preguntas con la finalidad de ganarse su confianza, mientras él contaba el poco dinero fruto de su trabajo. El pequeño vestía una playera roja, tenía una mochila del FC Barcelona y una caja de lustre que tiene grabada la leyenda “Fe en Dios”.
Tímido y celoso de sus herramientas de trabajo —su caja de lustre, una pequeña banca de madera y un cepillo—, César aceptó la invitación de Castillo para ir a disfrutar del almuerzo del día: un menú de pollo frito y un helado de fresa de postre, que degustó después de inclinar el rostro para hacer una oración de gratitud.
El niño cobra Q2 a cada cliente por dejarle los zapatos lustrados y brillosos.
SATISFACCIÓN
“Para mí es una experiencia inolvidable. César es un niño muy lindo. Estaba un poco nervioso y tímido, pero supo abrir su corazón a su manera. Voy muy contenta”, comentó Castillo, satisfecha por haber compartido con el prójimo.