PLUMA INVITADA

Participación ciudadana

César Augusto Sagastume

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Guatemala tiene el andamiaje legal, los fundamentos espirituales y la praxis de acontecimientos históricos para recrear la verdadera participación ciudadana.

La niñez y la juventud necesitan que los adultos demostremos ser humildes, realistas, coherentes, respetuosos, persistentes, persuasivos, prudentes, tolerantes y, sobre todo, honestos para dejar un legado de paz, para la convivencia democrática.

Instituciones internacionales señalan que Guatemala está entre los países más corruptos de América Latina, con altos índices de impunidad, con una democracia desnaturalizada y la participación ciudadana se ejerce condicionada a intereses políticos.

Situación semejante provocó en aquella época el enfrentamiento armado, que quedó marcado en la historia de Guatemala como una época llena de dolor y sufrimiento.

La Cuaresma, como momento espiritual, es propicia para reflexionar sobre la vida, Pasión, muerte y resurrección del Hijo del Padre. Las autoridades deben duplicar esfuerzos para convertirse y tomar actitudes de honestidad para manejar los recursos del Estado.

Este año los guatemaltecos elegiremos autoridades, por lo que tenemos el deber de convertirnos espiritualmente para reflexionar, tomar conciencia y elegir a las autoridades más idóneas.

Este es el momento de hacer una revolución, con la participación ciudadana y decir: ¡No!, a los que pretenden perpetuarse en el poder.

El golpe de Estado debe darse con la participación ciudadana en el marco de la democracia o hacer el enfrentamiento armado de civismo, emitiendo un voto razonado para elegir a los más idóneos.

Los partidos políticos deben utilizar las armas de la democracia para seleccionar a candidatos que no estén salpicados de corrupción, egoísmo, violencia, abuso y soberbia.

El Tribunal Supremo Electoral debe evitar amaños, invalidando asambleas de elección de candidatos que no cuentan con los procesos democráticos y que abusen con la legitimidad de la participación ciudadana.

La normas legales señalan que se debe hacer efectiva la participación ciudadana, sentenciando que los recursos del Estado se utilicen con altos indicadores de eficiencia y eficacia e invitando a ser responsables de cumplir con la obligación de invertirlos correctamente en beneficio de los grupos más vulnerables.

La lectura incipiente de comprensión, análisis y reflexión del contenido de las leyes, a consecuencia del analfabetismo, limita la interpretación de lo que en derecho nos corresponde como ciudadanos.

Los niños y los jóvenes reclaman honestidad; se nos enseña a seguir el ejemplo de Jesucristo, el marco legal da la libertad de elegir a nuestros gobernantes haciendo valer lo que en derecho nos corresponde, situación que nos permite tener participación ciudadana en un Estado y, a pesar de eso, no lo hacemos valer, y debemos preguntarnos: ¿por qué no hacemos valer nuestra condición de hombres libres?, ¿por qué no hacemos valer la auditoría social en condición de ciudadanos?, ¿será que el sistema educativo y la opresión nos convirtió en seres alienados?

Las respuestas de estas interrogantes nos obligan a reflexionar sobre nuestra condición de ciudadanos, invitándonos a promover la participación democrática, ante la ley, ante Dios, ante nuestros semejantes y ante nosotros mismos, porque, si no actuamos, somos cómplices de este drama y nos convertimos nuevamente en los culpables de la desnaturalización del Estado.

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