Además, las personas que pasaban menos tiempo en sueño profundo, llamado sueño de ondas lentas, tendían más a sufrir pérdida de células cerebrales que quienes pasaban más tiempo en un sueño de ondas lentas. El sueño de onda lenta es importante en el procesamiento de nuevos recuerdos y recordar hechos y la gente tiende a pasar menos tiempo en el sueño de ondas lentas a medida que envejecen. La pérdida de las células del cerebro también está relacionada con la enfermedad de Alzheimer y la demencia.
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Los investigadores realizaron pruebas de sueño a 167 hombres en su hogar cuando tenían una media de 84 años y se les siguió hasta que fallecieron, unos seis años más tarde. Se les realizaron autopsias de sus cerebros para identificar microinfartos, pérdida de células cerebrales, placas y ovillos asociados con la enfermedad de Alzheimer y cuerpos de Lewy que se encuentran en la demencia con cuerpos de Lewy.
Los participantes se catalogaron en cuatro grupos, cada uno con entre 41 y 42 miembros, en función del porcentaje del tiempo transcurrido con niveles de oxígeno en sangre más bajos de lo normal durante el sueño, con el grupo más bajo que pasó el 13 por ciento del tiempo o menos con bajos niveles de oxígeno y el más alto que estuvo entre el 72 y el 99 por ciento de la noche con bajos niveles de oxígeno.
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De los 41 hombres en el grupo más bajo, cuatro presentaban microinfartos en el cerebro, mientras que 14 de los 42 hombres en el grupo más alto poseían anormalidades, lo que hace que tengan casi cuatro veces más probabilidades de sufrir daño cerebral.
Estudios anteriores también han mostrado una relación entre las fases de sueño y demencia. Para este trabajo, los participantes se dividieron de nuevo en cuatro grupos en función del porcentaje de la noche que estuvieron en el sueño de onda lenta.
De los 37 hombres que pasaron menos tiempo en el sueño de ondas lentas, 17 tenían pérdida de células cerebrales, en comparación con siete de los 38 hombres que estuvieron la mayor parte del tiempo en el sueño de ondas lentas. Los resultados fueron los mismos después de ajustar por factores tales como fumar y índice de masa corporal y después de excluir a los participantes que habían muerto al comienzo del periodo de seguimiento y los que registraban puntuaciones bajas en las pruebas cognitivas al inicio del estudio.
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“Los hallazgos sugieren que los niveles de oxígeno en sangre bajos y un sueño de ondas lentas reducido pueden contribuir a los procesos que conducen a deterioro cognitivo y demencia”, resume la autora de la investigación, Rebecca P. Gelber, del VA Pacific Islands Health Care System y del Pacific Health Research and Education Institute, en Honolulu (EE.UU.).
No obstante la experta considera necesaria más investigación para determinar cómo el sueño de ondas lentas puede jugar un papel restaurador de la función cerebral y si evitar los niveles bajos de oxígeno en la sangre puede reducir el riesgo de demencia.
Gelber destaca que un estudio anterior mostró que el uso de una máquina de presión positiva continua (CPAP) para la apnea obstructiva del sueño puede mejorar la cognición, incluso después de que la demencia se ha desarrollado. No hubo asociación entre las medidas del sueño y el nivel de placas y ovillos.