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En qué momento de la historia empezamos a besarnos en los labios

Besarse en los labios es un acto tan natural y común en muchas sociedades actuales que fácilmente se da por sentado. Pero, en realidad, no está claro si la gente siempre se ha besado o si sus orígenes se encuentran en un pasado relativamente reciente.

Los antropólogos evolutivos creen que el beso en los labios evolucionó para evaluar la idoneidad de una pareja potencial, a través de señales químicas comunicadas por la saliva o el aliento.
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Los antropólogos evolutivos creen que el beso en los labios evolucionó para evaluar la idoneidad de una pareja potencial, a través de señales químicas comunicadas por la saliva o el aliento. GETTY IMAGES

Resulta que la historia y las razones para besarse son más complejas de lo quese podría pensar.

En un artículo publicado en la revista Science, analizamos cantidades sustanciales de evidencia pasada por alto que desafían las creencias actuales de que el primer registro de besos romántico-sexuales es de India, de alrededor del año 1500 a. C.

En cambio, los besos en los labios están documentados en la antigua Mesopotamia, los actuales Irak y Siria, desde al menos el año 2500 a.C. en adelante. Básicamente, esto significa que la historia de los besos romántico-sexuales es al menos 1.000 años más antigua de lo que se pensaba.

¿Por qué nos besamos?

Los antropólogos evolutivos creen que el beso en los labios evolucionó para evaluar la idoneidad de una pareja potencial, a través de señales químicas comunicadas por la saliva o el aliento.

Otros propósitos propuestos para los besos incluyen el provocar sentimientos de apego y facilitar la excitación sexual.

El beso de labios también se ve en nuestros parientes vivos más cercanos, los chimpancés y los bonobos. Esto sugiere que el comportamiento podría ser mucho más antiguo que nuestra evidencia actual más temprana en humanos.

Puede que las personas en la antigua Mesopotamia hayan inventado la escritura, aunque también fue más o menos contemporánea con su invención en el antiguo Egipto.

La escritura mesopotámica más antigua es de alrededor del 3200 a. C., de la ciudad de Uruk, ahora en el sur de Irak.

Esta escritura se conoce como cuneiforme, y fue inscrita en tablillas de arcilla húmeda con cañas cortadas en forma de pequeño triángulo. Originalmente, la escritura se utilizó para hacer anotaciones en sumerio, un idioma sin relación conocida con ningún otro.

Bonbos besándose
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Los bonobos también se besan en los labios.

Más tarde, se adaptó para escribir acadio, una antigua lengua semítica.

Aunque los primeros textos que encontramos están vinculados principalmente a prácticas administrativas y reflejan en gran medida la mecánica de la burocracia, la gente desarrolló este modo de escritura en los siglos posteriores para incluir textos de otros géneros.

En la primera mitad del tercer milenio antes de Cristo, los mitos y encantamientos se materializan en estos textos, e incluso más tarde, en documentos privados sobre gente común.

Algunas de las fuentes más antiguas que mencionan el beso en los labios se pueden encontrar en textos mitológicos sobre actos de los dioses que datan de alrededor del 2500 a. C.

Primeros registros

En uno de estos primeros casos, descrito en el llamado Cilindro de Barton, un artefacto de arcilla mesopotámico inscrito con escritura cuneiforme, se dice que dos deidades tienen relaciones sexuales y se besan:

con la diosa Ninhursag, tuvo relaciones sexuales. Él la besó. Él impregnó su útero con el semen de siete gemelos.

Fuentes posteriores, como proverbios, un diálogo erótico entre un hombre y una mujer y un texto legal, dan la impresión general de que besarse en relación al sexo, la familia y la amistad era probablemente una parte ordinaria de la vida cotidiana en partes centrales del antiguo Medio Oriente, desde finales del tercer milenio antes de Cristo en adelante.

Aún así, parece que los besos romántico-sexuales en la calle pueden haber estado mal vistos, y es posible que se dieran preferentemente entre parejas casadas.

La sociedad probablemente tenía una serie de normas sociales con respecto al comportamiento ideal. Pero el hecho de que tales normas existieran apunta a una práctica generalizada.

¿Punto único de origen?

La evidencia muestra que el beso en los labios se practicaba al menos en el antiguo Medio Oriente e India.

Esto contrasta con observaciones previas sobre la historia más temprana de los besos entre los humanos.

Un manuscrito de India que data de alrededor de 1500 a. C., por ejemplo, se utilizó para proponer que el beso fue llevado como una práctica cultural desde allí hasta Occidente.

La evidencia más antigua de Mesopotamia muestra que podemos descartar ese escenario.

Escultura del siglo XVIII
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Tomando en cuenta la amplia distribución geográfica del beso romántico-sexual en la antigüedad, creemos que el beso tuvo múltiples orígenes.

Tomando en cuenta la amplia distribución geográfica del beso romántico-sexual en la antigüedad, creemos que el beso tuvo múltiples orígenes.

E incluso si uno tuviera que buscar un solo punto desde donde se originó el beso, tendría que encontrarlo hace milenios en tiempos prehistóricos.

Historia compleja

Un estudio antropológico reciente demostró que el beso romántico-sexual no es universal. Sin embargo, existe documentación escrita antigua que sugiere una tendencia a su práctica en sociedades con jerarquías sociales complejas.

Esto plantea una pregunta sobre qué tan extendida estaba la práctica del beso sexual en el mundo antiguo, especialmente en sociedades que no se pueden rastrear porque no usaban la escritura.

Aunque algunas sociedades pueden no haber practicado el beso romántico-sexual, argumentamos que debe haber sido conocido en la mayoría de las culturas antiguas, por ejemplo por los contactos culturales.

Pero si la investigación futura debe mostrar que besarse en los labios no puede considerarse casi universal en el mundo antiguo, será interesante considerar las razones por las que esto no era una práctica común.

Sorprendentemente, la historia y la cultura de los besos es una historia compleja con muchos aspectos aún por revelar.

*Sophie Lund Rasmussen es becaria de posdoctorado de la Universidad de Oxford, Reino Unido. Troels Pank Arbøll es profesor de Asiriología de la Universidad de Copenhague, Dinamarca.

*Este artículo se publicó en The Conversation y fue reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original en inglés.

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