BBC NEWS MUNDO

Los eruditos capaces de tener talentos increíbles en especialidades diferentes (y cómo desarrollaron esa capacidad)

Si no fuera por una actriz y un pianista, el GPS y el WiFi no existirían.

Albert Einstein tocaba el violín, una habilidad que se suma a sus especialidades en otras materias y que se corresponde así con la definición de las personas polímatas. (Foto Prensa Libre: Getty Images)

Albert Einstein tocaba el violín, una habilidad que se suma a sus especialidades en otras materias y que se corresponde así con la definición de las personas polímatas. (Foto Prensa Libre: Getty Images)

A finales de la década de 1930 y principios de 1940, Hedy Lamarr ya era famosa en Hollywood por sus representaciones de mujeres fatales.

Pocos de sus contemporáneos sabían que su otra gran pasión era la invención: había diseñado aviones más aerodinámicos para su novio, el magnate de la aviación Howard Hughes.

Sin embargo, Lamarr encontró un espíritu afín en George Antheil: un pianista, compositor y novelista de vanguardia que también tenía interés en la ingeniería.

Y cuando la pareja se dio cuenta de que durante la guerra las fuerzas enemigas estaban interfiriendo las señales de radio aliadas, comenzaron a buscar una solución.

El resultado fue un método de transmisión de señal llamado “espectro ensanchado por saltos de frecuencia” que todavía se usa en gran parte de la tecnología inalámbrica de la actualidad, patentado bajo el nombre de casada de Lamarr, Markey.

Puede parecer un origen sorprendente para la tecnología innovadora, pero la historia de Lamarr y Antheil encaja perfectamente en la comprensión cada vez mayor de la mente polímata.

Hedy Lamarr en un experimento
(Foto Prensa Libre: Alamy)
Alamy
Hedy Lamarr era una famosa actriz de Hollywood en la década de 1930, pero no muchos sabían que también era inventora.

Además de ayudar a delinear los rasgos específicos que permiten a algunas personas hacer malabarismos con diferentes campos de especialización, y hacerlo con tanto éxito, una nueva investigación muestra que hay muchos beneficios de perseguir múltiples intereses.

Eso incluye una mayor satisfacción en la vida, más productividad laboral y mayor creatividad.

Por supuesto, es posible que la mayoría de nosotros nunca alcancemos el tipo de éxito de personas como Lamarr o Antheil, pero la investigación sugiere que todos podríamos conseguirlo al pasar un poco más de tiempo fuera de nuestra especialidad elegida.

¿Qué es una mente polímata?

La mera definición de “polimatía” es objeto de debate.

El término tiene sus raíces en el griego antiguo y se utilizó por primera vez a principios del siglo XVII para referirse a una persona con “muchos aprendizajes”.

Pero no hay una manera fácil de decidir qué tan avanzados deben ser esos aprendizajes y en cuántas disciplinas.

La mayoría de los investigadores argumentan que para ser un verdadero polímata se necesita tener algún tipo de reconocimiento formal en al menos dos dominios de temas que no estén relacionados.

Waqas Ahmed
(Foto Prensa Libre: Adrian Fisk)
Adrian Fisk
Waqas Ahmed podría ser llamado un polímata al encajar con la definición formal, pero él rechaza el título.

Uno de los análisis más detallados del tema proviene de Waqas Ahmed en su libro The Polymath, publicado a principios de 2019.

La inspiración que tuvo fue en parte personal: Ahmed ha abarcado múltiples campos en su carrera profesional hasta la fecha.

Con una licenciatura en Economía y postgrados en Relaciones Internacionales y Neurociencia, Ahmed ha trabajado como periodista y entrenador personal (que aprendió a través de las Fuerzas Armadas británicas).

Hoy, persigue su amor por el arte visual como director artístico de una de las colecciones de arte privadas más grandes del mundo, mientras trabaja como artista profesional.

A pesar de estos logros, Ahmed no se identifica con un polímata: “Es un reconocimiento demasiado grande para mí referirme a mí mismo como uno”, dice.

Al examinar la vida de polímatas notables, solo consideró a aquellos que habían hecho contribuciones significativas en al menos tres campos.

Sus elegidos eran Leonardo da Vinci (el artista, inventor y anatomista), Johann Wolfgang von Goethe (el gran escritor que también estudió Botánica, Física y Mineralogía) y Florence Nightingale (quien, además de fundar la enfermería moderna, también fue una experta en Estadística y teóloga).

Estatua de Johann Goethe
(Foto Prensa Libre: Alamy)
Alamy
Ahmed considera a Johann Wolfgang von Goethe como un auténtico polímata.

A partir de estas biografías, y de una revisión de la literatura psicológica, Ahmed pudo identificar las cualidades que permiten a los polímatas alcanzar su grandeza.

Como es de esperar, una inteligencia superior a la media ciertamente ayuda.

“En gran medida, eso facilita o cataliza el aprendizaje”, dice Ahmed.

Pero la mentalidad abierta y la curiosidad también son esenciales.

“Debes estar interesado en un fenómeno y no importarte a dónde te lleve tu investigación”, explica Ahmed, incluso si eso te empuja a profundizar en un territorio desconocido.

Los polímatas también son a menudo autosuficientes, felices de enseñarse a sí mismos, e individualistas; fueron impulsados por un gran deseo de realización personal.

Estas cualidades también se combinaron con una visión más holística del mundo.

“El polímata no solo se mueve entre diferentes esferas o diferentes campos y disciplinas, sino que busca conexiones fundamentales entre esos campos, para darles una visión única de cada uno de ellos”, explica Ahmed.

¿Qué más influye?

Como en cualquier rasgo de personalidad, todas estas cualidades tendrán una cierta base genética, pero también serán moldeadas por nuestro entorno.

Ahmed señala que muchos niños están fascinados por muchas áreas diferentes, pero nuestras escuelas, universidades y el empleo tienden a impulsarnos hacia una especialización cada vez mayor.

Leonardo Da Vinci
(Foto Prensa Libre: Getty Images)
Getty Images
Leonardo Da Vinci es otro ejemplo de polímata.

Muchas personas pueden tener la capacidad de ser polímatas, si se les impulsa de la manera correcta.

Esa idea coincide con el trabajo de Angela Cotellessa, cuyo doctorado en la Universidad George Washington implicó entrevistar a matemáticos contemporáneos sobre sus experiencias.

Sus criterios eran un poco menos estrictos que los de Ahmed: los participantes debieron haber tenido carreras exitosas en al menos dos dominios separados, uno artístico y uno científico, y autoidentificarse como polímatas.

Al igual que Ahmed, descubrió que rasgos como la curiosidad eran esenciales.

Pero concluyó que también necesitaban una gran capacidad de recuperación emocional para perseguir sus intereses frente a las expectativas externas.

“Porque vivimos en una sociedad que nos dice que nos especialicemos, y estas son personas que no hicieron eso, forjaron su propio camino”, dice Cotellessa.

Muchas personas pueden carecer de la fuerza necesaria para luchar contra esas normas.

El poder de la polinización cruzada

Existen, por supuesto, algunas buenas razones por las que poner en duda las ventajas de perseguir múltiples intereses.

Una es el temor de que podamos perdernos demasiado si nos dedicamos a más de una vocación.

Frances Arnold
(Foto Prensa Libre: Getty Images)
Getty Images
Frances Arnold, ganadora del Premio Nobel de química, toca el piano, la guitarra y el órgano además de investigar la evolución de las enzimas.

Con una atención dividida, podríamos fracasar en lograr el éxito en cualquier dominio: la idea de que “el que mucho abarca, poco aprieta”.

En realidad, existe evidencia de que el desarrollo de diversas disciplinas puede impulsar la creatividad y la productividad. De ahí que, si bien la búsqueda de un segundo o tercer interés puede parecer una distracción, en realidad puede aumentar el éxito en su campo principal.

Como David Epstein también cuenta en su libro Range, los científicos influyentes tienen muchas más probabilidades de tener diversos intereses fuera de su área principal de investigación que el científico promedio.

Los estudios al respecto concluyeron que los científicos ganadores del premio Nobel tienen aproximadamente 25 veces más probabilidades de cantar, bailar o actuar que el científico promedio.

También tienen 17 veces más probabilidades de crear arte visual, 12 veces más probabilidades de escribir poesía y cuatro veces más probabilidades de ser músico.

Ahmed y otras fuentes en este campo argumentan que funciona un poco como la polinización cruzada, con las ideas en un campo sirviendo para inspirar innovaciones en el otro.

Albert Einstein tocando el violín en un trío musical
(Foto Prensa Libre: Getty Images)
Getty Images
Pasar entre diferentes tareas, como Albert Einstein usando música para su inspiración científica, aumenta la productividad general y la creatividad.

Esto también es algo que Ahmed observó en las biografías de los mejores polímatas de la historia.

“La polimatía es el camino óptimo hacia la creatividad porque, por su propia naturaleza, requiere que seas diverso en tu experiencia y tu aprendizaje“, dice Ahmed.

Dice que esto es evidente en el talento de alguien como Leonardo da Vinci, cuyo conocimiento de anatomía, matemáticas y geometría mejoró la precisión de sus pinturas, y cuya imaginación visual alimentó su creatividad en ingeniería mecánica.

“Estas cosas se alimentan entre sí”, señala.

¿Qué hacer para acercarse a la polimatía?

Si te sientes tentado a vivir una vida más polimática, Ahmed sugiere que puedes usar tu tiempo de manera más eficiente para hacer espacio a múltiples intereses.

Se sabe con certeza que al concentrarse en cualquier esfuerzo complejo, el cerebro a menudo alcanza una especie de punto de saturación, después del cual su atención puede desvanecerse y cualquier esfuerzo adicional es contraproducente.

Pero si recurre a otra actividad no relacionada, es posible que pueda aplicarse mejor el conocimiento. Cambiar entre diferentes tipos de tareas puede, por lo tanto, aumentar la productividad general.

Los estudios a alumnos de muchas disciplinas diferentes, desde la academia hasta el deporte y la música, han demostrado que, después de cierta práctica o estudio, dejamos de aprender de manera eficiente.

Una niña en un salón de clases
(Foto Prensa Libre: Getty Images)
Getty Images
Los niños se interesan en muchos campos de conocimiento, pero la vida escolar los encamina hacia la especialización.

Por lo tanto, podemos hacer un mejor uso de nuestro tiempo si cambiamos regularmente entre habilidades o materias.

Y lo mismo ocurre con los estudios de resolución de problemas: encontrarás más soluciones para una tarea si regresas después de analizar algo completamente diferente, en lugar de simplemente dedicar más tiempo a la misma pregunta.

Los polímatas pueden sacar ventaja de ello alternando sus intereses, asegurándose de que están usando sus cerebros con la máxima eficiencia en cada dominio, evitando el esfuerzo desperdiciado después de haber alcanzado ese punto de saturación cognitiva.

“Puedes entrar en una zona y ser muy productivo hasta cierto punto, luego debes cambiar tu actividad para volver a ella en un estado óptimo”, apunta Ahmed.

Albert Einstein, que era un consumado violinista y pianista, además de físico, aparentemente utilizó este enfoque.

Cultiva tu polímata interno

Todo lo anterior sugiere que las habilidades polimáticas pueden estar al alcance de más personas de lo que pensamos.

Incluso si no alcanzamos el nivel de referentes como Leonardo da Vinci, encontraremos algunos beneficios al ampliar nuestros intereses, en lugar de buscar implacablemente una especialidad determinada.

Estudiantes frente a computadoras
(Foto Prensa Libre: Getty Images)
Getty Images
Internet es una poderosa herramienta que los polímatas del pasado no tuvieron.

Y tenemos muchas ventajas en comparación con los polímatas del pasado. Después de todo, internet ahora está lleno de cursos en línea gratuitos en muchas disciplinas diferentes, y es más fácil que nunca conectarse con un experto a través de aplicaciones como Skype, incluso si se encuentran a cientos de kilómetros de distancia.

“Tenemos una oportunidad única para producir polímatas, especialmente en lugares donde la polimatía nunca hubiera sido posible”, dice Michael Araki, quien investiga la polimatía en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro.

Ahmed está de acuerdo en que es hora de que un mayor número de personas se abra a esa posibilidad.

Muchos de los desafíos más apremiantes de la sociedad, como el cambio climático, requieren una resolución de problemas altamente creativa que toca múltiples dominios, y los polímatas pueden ser las mejores personas para encontrar esas soluciones, enfatiza.

Mucha gente, señala, asocia la polimatía con hombres históricos del Renacimiento, pero hoy es más relevante que nunca”.

ARCHIVADO EN: