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Los peligros para la salud de creer a los “matasanos” y las “pociones mágicas” que inundan internet (y cómo contener su ola de mentiras)

¿Un elixir mágico para curar todos los males? Sí, tan seguro como que "el cielo de verano derretirá el hielo".

Los curanderos que con una pócima mágica pretendían solucionar todo han existido desde siempre. (Foto Prensa Libre: Getty Images)

Los curanderos que con una pócima mágica pretendían solucionar todo han existido desde siempre. (Foto Prensa Libre: Getty Images)

Era una de las promesas de panfletos que circulaban en el siglo XIX y que aseguraban que ciertas pociones tenían propiedades curativas.

Las dolencias estaban relacionadas con parásitos, la solución era deshacerse de ellos y, para lograrlo, la persona tenía que beber el elixir.

Los remedios eran verdaderamente “mágicos”. Uno de los panfletos incluía el testimonio de Julie, una mujer que aseguraba que había perdido una extremidad, y tras consumir la poción, le “había vuelto a crecer”.

Ha pasado el tiempo y la ciencia ha avanzado. Investigaciones rigurosas demuestran que esas curas “mágicas” no existen. ¿Cierto? No.

Embaucadores que se aprovechan de la necesidad de las personas han existido siempre y esa realidad no ha cambiado pese a que estamos en 2019.

En la actualidad, la oferta es múltiple: hay quienes ofrecen soluciones para perder peso, para el cuidado de la piel y para sustituir las vacunas, por mencionar solo algunos.

La diferencia en el siglo XXI, sin embargo, es que ese mensaje sin fundamento científico se propaga y se amplifica a través de internet.

Quienes se describen como naturópatas ofrecen remedios como alternativa a la medicina tradicional (GETTY IMAGES)

“Doctora naturópata”

El caso de Britt Marie Hermes ilustra el poder de la red.

Yo era una curandera. Vendía remedios naturales y tratamientos pseudocientíficos. Me identificaba como como doctora naturópata”, cuenta.

Todo comenzó con la mala experiencia que tuvo con un médico al que vio para tratar su psoriasis. La trató con displicencia y ella decidió buscar alternativas.

Fue a internet y se identificó con lo que encontró. Había gente que estaba en la misma situación y, lo que veía, tenía sentido.

Había recomendaciones relacionadas con prácticas saludables, como el consumo de productos orgánicos. Nada controversial. ¿Cuál era entonces el problema? Muchos terminan inmersos en ese mundo usando el mismo razonamiento.

Le pareció tan lógico, que decidió dedicarse al tema profesionalmente.

“En un principio, era ingenua, pensaba que si el sitio web se veía bien, era confiable”, recuerda.

Pero un día, su jefe, quien estaba tratando a una persona con cáncer, le comentó que iban a usar un medicamento que venía del exterior, pero no había llegado.

“Seguramente la FDA (ente regulador de medicinas y alimentos en EE.UU.) la retuvo, pero no hay ningún problema”, le dijo.

Ese día, decidió abandonar el trabajo que hasta entonces había estado haciendo.

La venta de remedios falsos en internet es rentable (GETTY IMAGES)

La cruzada de Myles

Actualmente, Hermes aprovecha el potencial multiplicador de internet y se dedica a combatir a los “matasanos” que ofrecen sus servicios en la red.

Su objetivo es “hackear” estos grupos usando palabras claves y técnicas de mercadeo digital para lograr que su información aparezca al principio de las búsquedas que se hacen en Google.

Tiene una ventaja: sabe cómo funciona ese mundo, así que entiende qué es lo más efectivo para llegarle a las potenciales víctimas en la red.

Utilizando otros métodos, hay quienes se dedican a exponer las falencias de “remedios” que no tienen ninguna base científica.

Es el caso de Myles Power, químico de profesión y escéptico youtuber en su tiempo libre. Tiene 126.000 suscriptores y sus videos han sido vistos más de 13 millones de veces.

“He logrado desmentir a gente que afirma que el sida no existe. Otra cosa es una pasta llamada ‘pomada negra‘, quienes la promueven aseguran que cura el cáncer. Es una sustancia que puede abrirle huecos a la persona”, cuenta Power.

Y prosigue: “Pero creo que lo peor que está circulando en este momento, es la ‘solución mineral milagrosa’. Básicamente, es cloro. Y se vende como una cura para el autismo”, dice el químico.

Afirma que es muy fácil ganar dinero con el negocio de las pociones y que es muy popular.

“Hay quienes tienen un problema de salud y están asustados porque no quieren morir antes de tiempo. Quieren curarse y creen que así lo pueden lograr”.

Los grupos en redes sociales propagan y refuerzan sus creencias (GETTY IMAGES)

Factor importante

Otro elemento que explica el éxito de los matasanos, en particular en lo relacionado con los grupos que se oponen a las vacunas, es el emocional.

Y aquí, de nuevo, tanto internet como las redes sociales, juegan un papel fundamental.

“Si ves a un amigo refiriéndose al tema en Facebook, hay más probabilidades de que percibas la información como creíble y de que le des un chance para saber de qué se trata”, explica Naomi Smith, socióloga digital de la Universidad Federación de Australia.

Así se inicia el círculo, los miembros del grupo, sea cual sea la práctica, la idea o la cura de la que estén hablando, se refuerzan entre sí.

Y aunque vean que el tiempo pasa y no está funcionando, “la mayoría está convencida de que, antes de sentirse mejor, su condición empeorará”, señala Hermes.

Todos podemos dar una mano para que la ciencia prevalezca (GETTY IMAGES)

Descifrando la red

Adicionalmente, hay un elemento tecnológico que los embaucadores han estado usando para llegarle a más personas en la red: el algoritmo.

“Muchos han logrado engañarlo. Están en Facebook, por ejemplo, y empiezan a compartir fotos de gatos, algo tierno y adorable. Lo hacen nueve veces y en el décimo post, dicen que el sida no existe y que no es necesario usar condones porque no es real”, explica Power.

Y prosigue: “Facebook piensa que a esta persona le gustaron los primeros nueve posts, así que les muestra el décimo. Quienes lo ven, hacen clic. Entonces Facebook empieza a mostrarles también posts relacionados con quienes niegan la existencia del sida”.

Así, la gente termina metida en un círculo en el que todos están convencidos de que es el caso y replican ideas que no tienen ninguna base científica.

Además, son personas absolutamente convencidas de que el mensaje es cierto.

“Si te metes con la tribu, te van a atacar”, afirma Power.

Pero si bien es cierto que controlar los designios del algoritmo es un reto, eso no significa que sea imposible darle visibilidad a la ciencia en internet.

Este tipo de falsedades existía desde mucho antes de la llegada de internet. Se trata de un problema social que requiere una solución social.

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