Vida

Con otro compás

El maestro Jorge Sarmientos anuncia su retiro como director de orquesta.

Aún debe cumplir algunos compromisos con orquestas de diferentes países, pero el maestro Jorge Sarmientos habla ya de un retiro para dedicarse de lleno a la composición musical.

Son 43 años los que el maestro lleva recorriendo escenarios de diferentes partes del mundo en los cuales también ha presentado sus obras.

Cumple 70 años de vida mañana 19 de febrero. Se considera un hombre afortunado en el aspecto familiar y en el aspecto profesional, aunque reconoce que ha vivido momentos difíciles desde el punto de vista ideológico, político. “Perdimos familiares -dice-. Dos veces estuve preso. Gracias a Dios nada más pasó. En el 80, cuando quisieron hacerme nuevamente daño tuve que irme a México. De ahí por lo demás no tengo que quejarme. No he vivido en la abundancia, pero he vivido decorosamente”.

-¿Hay una clave del éxito?

-La clave es una disciplina, pero no una disciplina férrea. Una disciplina mezclada con cierta libertad, o una libertad con disciplina, o viceversa. Cuando compongo me siento a la mesa y no dejo. Si no siento la necesidad de escribir no escribo, para qué me voy a forzar. Pero cuando tengo una ideas voy al pentagrama. A veces me nutro de mis lecturas. Escucho música, no escribo pero estoy leyendo. Con todo eso mi imaginación se está nutriendo. Me gusta leer mucho a los autores guatemaltecos, aparte de mis otras lecturas. Miguel Angel Asturias, de quien tuve el honor de ser amigo a pesar de la edad. Compuse dos obras con textos de él. Hice los tres cuadros corales sinfónicos sobre el Tecún Umán de él en el 64 y en el 82 compuse Bolívar. Ese es un coro poema sinfónico. He compuesto 18 canciones sobre poetas líricos centroamericanos.

-¿Cómo describe usted la inspiración?

-Mire, no vamos a emular a Strawinsky. El decía que la inspiración no es más que una fuerza motriz. Es un tren de trabajo. Yo, la palabra “inspiración” la respeto un poco porque sí, yo he sentido imágenes sonoras en mi cabeza, ideas, pero no es exactamente eso desde el punto de vista de los griegos, de musas. Yo no creo en eso. Yo creo en que las ideas vienen y que va uno al papel. Con las obras que he hecho últimamente sobre el terremoto de hace 25 años, comencé a pensar en la noche anterior, una serie de sonidos que compuse ahí, los animales, el ambiente que uno está imaginando. En la medida de lo posible uno refleja más o menos, lo que piensa o siente de aquello.

-¿Hasta qué punto llega su concentración al momento de componer?

-Cuando estoy trabajando no atiendo los teléfonos. Si es nada más de pasar a papel unas ideas que ya están concretas en el borrador y voy a pasarlas a la partitura, yo puedo atender cualquier cosa, pero no platicar. No acepto visitas de nadie, no acepto nada hasta que me pase esa fuerza de trabajo que tengo. Antes yo escribía mañana tarde y noche hasta altas horas, pero ya la edad no lo permite, el cuerpo se siente, necesita descansar”.

-¿Qué de lo que ha hecho le ha dado más satisfacción?

-Las satisfacciones mías son de tipo familiar y de tipo artístico. He logrado cosas en la música desde el punto de vista de compositor y me he dedicado a la dirección porque ese ha sido mi modus vivendi. Es más fácil que le compren un cuadro a un pintor que una partitura a un compositor. Mi música se ha tocado gracias a ciertas cosas y bajo mi batuta, pero lo que me ha dado la vida es la dirección orquestal internacional. La conducción de mis obras han sido éxitos. Con muchas orquestas del mundo yo tuve éxitos barbaros.

-¿Imaginó que eso iba a ser a esas dimensiones?

-Cuando dirigí mi primera orquesta en Israel el 31 de diciembre de 1959, ya había dirigido acá. Fue una gira de tres meses que hicimos con el Teatro de Arte Universitario, el TAU, íbamos presentando extractos de mi obra que es un ballet drama Tres Estampas del Popol Vuh con textos de Carlos Mencos. El viajó como autor del libreto y director del teatro y yo como autor de la música y director musical. Cuando andábamos presentado esto en Israel me quedé ensayando en Jerusalem con la Orquesta Sinfónica de la Radio de Israel y mi concierto fue un éxito. Dirigí gracias a la ingeniera Francisca Fernández Hall, ella era la embajadora y arregló esto. A ella le debo mucho en este aspecto. Ahí arrancó mi carrera internacional.

-¿Es cierto lo de su retiro?

-Paulatinamente comienza mi retiro porque cumplo 70 años. Me quiero despedir de la dirección orquestal por dos razones: la primera es porque quiero dedicarme exclusivamente a la creación, tengo todavía muchas ideas que deambulan mi imaginación y de hecho estoy componiendo. Y luego porque también los años pesan y no es tan fácil caminar. Yo hace tiempo camino siempre con mi esposa. Tengo algunos conciertos confirmados para el segundo semestre de este año y algunos que están por confirmar. Eventualmente dirigiré uno que otro concierto en un festival, pero ya no con ese trabajo obligatorio.

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