Junto a los cuadros conservados en la ciudad, suman un tercio de las cerca de 300 obras que pintó hasta su muerte, el 7 de abril de 1614 en Toledo.
Entre estos, el célebre Entierro del Conde de Orgaz, que por sus enormes dimensiones no sale de la iglesia toledana de Santo Tomé, para la que fue creado entre 1586 y 1588.
Nacido en la isla griega de Creta en 1541, Doménikos Theotokópoulos se había establecido con 36 años en la antigua capital española tras formarse en la Italia renacentista y haber sufrido el rechazo de la corte de Felipe II en Madrid.
Agobiado por las deudas y obligado a “aceptar todo tipo de encargos para sobrevivir”, el artista creó en su taller toledano innumerables retratos y grandes pinturas religiosas reunidas ahora en seis lugares emblemáticos de la ciudad.
La intención de la exposición es mostrar desde nuestros días a un artista sólo redescubierto a finales del siglo XIX tras pasar tres siglos en el olvido, explica el comisario Fernando Marías.
“Mostrar a un pintor que disfruta pintando cosas bellas, de una manera altamente bella y que, en contra de la creencia, no disfruta con las figuras demacradas y macilentas”, agrega.