El detalle es interesante. Aparte de la estupenda compenetración entre los integrantes del conjunto, a fin de comunicar de manera muy efectiva su interpretación de las conocidas piezas con las que abrieron y cerraron el recital respectivamente, la flecha lanzada al aire fue “Seis Bagatelas, opus 9”, de Webern, que ejecutaron en medio. Una flecha lanzada, diremos, a un público que en su mayoría probablemente nunca habrá escuchado a ninguno de los tres compositores de la llamada Segunda Escuela Vienesa. De entre ellos, Webern se caracteriza por su extrema brevedad y lo conciso de sus composiciones; de hecho, las Seis Bagatelas juntas apenas duran ¡unos cinco minutos! Tuvo este ensamble alemán la gracia de repetir esta obra, casi inmediatamente después de haberla tocado la primera vez, para dar lugar a la lectura de un texto alusivo. Tal es el juego de contrastes, timbres y efectos, que no faltaron oyentes que pensaran que se trataba de otra pieza. Pero la proyección del “Minguet” no se quedó allí. Una serie de talleres con numerosos alumnos en el Conservatorio Nacional atestiguan su don de gentes, su incansable entrega y su alta pasión por la música, en el escenario y fuera de él.
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