Los científicos recrearon las condiciones de un edificio de hormigón con cristales colapsado y experimentaron con ocho participantes que ejercían de víctimas durante turnos de seis horas y por un tiempo de cinco días.
Como resultado, los sensores revelaron rápidamente la presencia de dióxido de carbono y amoníaco en los canales de aire formados entre los escombros, y subrayaron su efectividad como potenciales indicadores.
Además, los investigadores hallaron un amplio número de otros componentes orgánicos volátiles como acetona e isopreno.
Según los resultados, cuando los participantes estaban dormidos se registró un descenso en los niveles de amoníaco, algo para lo cual los científicos no han encontrado explicación, y un incremento de los niveles de acetona cuando la ausencia de comida crecía.
Hasta ahora, se sabía que las víctimas atrapadas desprenden metabolitos volátiles a través de los fluidos y respiración corporales, a consecuencia de los mecanismos de alerta del organismo humano.
Sin embargo, estas moléculas liberadas a menudo mostraban complicadas interacciones con los materiales de los que está conformado la edificación, que cambiaban a su vez con las condiciones ambientales de humedad, calor o vientos presentes, lo que dificultaba sumamente el proceso de detección.
Con esta recreación ambiental completa, que simula un colapso real y la utilización de participantes humanos en el experimento, se buscaba un entendimiento integral y más exhaustivo de los procesos que ocurren en estos lugares para el diseño de dispositivos portátiles más precisos.
El profesor Paul Thomas, de la Universidad de Loughborough y uno de los coautores del estudio, destacó que “el desarrollo de aparatos de detección de personas atrapadas basado en metabolitos de respiración, sudor y piel contiene varias ventajas sobre las técnicas habituales” .
“Puede utilizarse en el lugar de los hechos sin apoyo de laboratorio. Y puede buscar signos de vida por periodos más prolongados e instalarse en mayor número, frente a un pequeño grupo de perros de rescate en riesgo por ellos y por sus cuidadores” , agregó.
Los investigadores han señalado que el estudio, el primero de su clase, puede ser utilizado para preparar la respuesta a futuros desastres similares a los vistos recientemente en Japón o Nueva Zelanda.