Según la Autoridad de Antigüedades, los restos hallados pertenecen a una iglesia “que probablemente servía como lugar culto cristiano para las comunidades vecinas”.
La nave central del templo conserva en su suelo un mosaico en el que las imágenes de pámpanos conforman cuarenta medallones pintados con los más variados dibujos: cebras, leopardos, tortugas, aves o figuras geométricas y botánicas adornan la plataforma.
Dentro de tres de estos medallones han sido halladas también inscripciones en griego que honran a los supuestos dignatarios de esta iglesia y líderes locales, Demetrios y Heracles.
Los mosaicos se extienden hasta las salas aledañas a la nave central, donde pueden ser contemplados otros muchos símbolos cristianos.
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Materiales de uso cotidiano localizados en la zona tales como ollas, cuencos o lámparas de aceite, además de adornos de veleros de cristal típicos de este periodo dejan entrever la “rica” cultura local de sus pobladores, dedicados a producir y exportar vino, según revelaron hallazgos previos como presas y talleres de cerámica.
La organización encargada de llevar a cabo las excavaciones subrayó, asimismo, que esta iglesia es la primera que se encuentra entre los restos de un importante asentamiento bizantino que existía en la región, del que se habían encontrado indicios anteriormente pero nunca un templo.
La Autoridad de Antig edades de Israel anunció que se ha decidido cubrir los hallazgos para preservarlos, aunque el “magnífico” mosaico será trasladado a un museo regional o a un centro de visitantes para que pueda ser admirado por el público.