Su obra está llena de surrealismo, con personajes mágicos, conflictos y una profunda carga psicológica. El escritor es considerado una de las figuras más significativas de la literatura moderna; de hecho, el término kafkiano se aplica a situaciones sociales angustiosas o grotescas. Su peculiar estilo ha sido asociado en numerosas ocasiones a corrientes filosóficas del arte, como el existencialismo, el expresionismo y el realismo mágico.
Magistral pluma
El estilo lúcido e irónico de Kafka, en el que se mezclan con naturalidad fantasía y realidad, da a su obra un aire claustrofóbico y fantasmal, como sucede en su relato La metamorfosis (1915). Gregorio Samsa, el protagonista, es un comerciante que descubre, al despertar una mañana, que se ha convertido en un enorme insecto, por lo que su familia lo rechaza y deja que muera en soledad.
La metamorfosis —Die Verwandlung, en su título original— es una obra llena de incertidumbre de su protagonista por las transformaciones que sufre, mientras el mundo continúa sin inmutarse ante sus problemas existenciales.
La metamorfosis de Gregorio no es, como parece en una primera mirada, la causa de su desgracia. Es, por el contrario, el efecto simbólico de su propia vida cotidiana. “Todo lo que sabemos de Samsa revela una vida mezquina, pobre, sin ilusión ni libertad, sin humanidad”, escribió Ignacio Arellano, catedrático de Literatura Universidad de Navarra, España, en su ensayo La metamorfosis, de Franz Kafka. A lo mejor su transformación realmente lo libera.
Obra póstuma
Gran parte sus libros se publicaron después de su muerte, por su amigo Max Brod, quien ignoró los deseos del autor de destruir todos los manuscritos existentes. Entre esas obras se encuentran las tres novelas por las que Kafka también es conocido: El proceso (1925), El castillo (1926) y América (1927).
Franz Kafka falleció en Kierling, Austria, en 1924.