CULTURA
‘La articulación de las diferencias o el síndrome de Maximón’: Una lectura que navega las contradicciones de identidad en Guatemala
Escrito por Mario Roberto Morales, este libro ha funcionado para debatir la construcción identitaria de Guatemala y las dificultades de conciliar puntos en común dentro del mismo territorio.
El libro cuenta con dos ediciones a la fecha. La primera de ellas fue publicada por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de Guatemala en 1998. (Foto Prensa Libre: Cortesía Cony Morales)
Conseguir una hegemonía popular interétnica en la que el "mestizaje intercultural democrático, híbrido, disglósico (mantenedor de las diferencias articuladas según la clase social del sujeto en cuestión) sea eje ideológico de la reconstitución del espacio de la nación como una nación interétnica".
A través de este argumento, el escritor Mario Roberto Morales se planteaba críticamente frente a la historia de Guatemala y las complejidades de la construcción de una sociedad popular que pueda encarar las fuerzas que le dominan. Para él, la construcción de la nación radicaba en el entendimiento y la cercanía de las desemejanzas.
Si bien sus argumentos son más hondos de lo que se alcanza a plantear apenas en esta nota, su libro La articulación de las diferencias o el Síndrome de Maximón (Los discursos literarios y políticos del debate interétnico en Guatemala) dio cuenta de una apuesta para que los lectores del mismo pudieran imaginar esa utopía (de)constructiva en la que solía insistir el autor, quien además fue académico y periodista.
El libro también funcionó como punto de encuentro de varios pensadores durante la más reciente Feria Internacional del Libro en Guatemala (Filgua), que convocó a los panelistas Cony Morales -socióloga y expareja del escritor-, Mauricio Chaulón -historiador- y José Luis Perdomo -escritor y periodista-.
Durante la mesa de debate, los tres argumentaron sus posturas frente a La articulación de las diferencias o el Síndrome de Maximón del fallecido escritor, en el que además se proponen las bases para pensar y cuestionar un proyecto político donde puedan converger todos los sectores de Guatemala, incluso los que se cree están más desconectados.
Un proyecto, según se argumentó, "conflictivo", ya que Guatemala suele disputarse la identidad entre lógicas esencialistas como la del ladino y el indígena.
José Luis Perdomo, recordó que la mencionada propuesta de Morales, publicada en 1998 no fue del todo bien recibida en su momento dada la apertura crítica con la que confronta los esencialismos discursivos de la identidad.
"El libro también ha sido injustamente atacado por académicos que han creído ver amenazadas sus carreras por los planteamientos que ofrece, ya que estos contradicen los supuestos binarios de los que ellos parten para articular su visión y su versión de Guatemala y su conflicto interétnico", señaló en algún momento el autor y periodista.
Por su parte, la socióloga Cony Morales explicó que desde La articulación de las diferencias o el Síndrome de Maximón el fallecido escritor propone una apuesta política basada en la unión de cuatro ejes: uno cultural, uno económico, uno educativo y otro ideológico.
Sobre estos, explicó que el cultural yace en la importancia de conocer la interculturalidad presente en Guatemala y que a la vez supone un estudio sobre la raíz de los distintos mestizajes.
La socióloga señaló que al pensar en la interculturalidad es importante considerar las posibilidades de lo económico, donde cualquier sector puede producir y consumir desde un capital local, más allá de la oligarquía que es "la autora histórica de la matriz económica, política e ideológica del racismo".
El eje educativo, recordó la socióloga, buscaba una reforma que fomente consciencia crítica y que además permita indagar en los diferentes momentos del mestizaje en la historia de Guatemala, más allá del "culturalismo etnicista de cooperación internacional", que no siempre responde a las luchas de los indígenas como conglomerado popular, sino a un movimiento de élite, según decía el autor.
Por último, el plano ideológico de la apuesta política trata de transformar al "nuevo sujeto cultural" que pueda romper con toda la programación automática de la identidad en el país. "Hacer nuevas formaciones (...) que cree un sujeto capaz de entender las diferencias que conviven en nuestro territorio, desde el respeto, para que se desarrollen nuevas identidades culturales", argumentó Morales.
El historiador Mauricio Chaulón, por su parte, sembró varias preguntas en la charla desde el mismo suelo crítico que aró el autor de a articulación de las diferencias o el Síndrome de Maximón.
"¿Cuáles son las posibilidades de una lucha concreta contra el poder real?, "¿Qué significa realmente asumirse como guatemalteco?" fueron algunas de las interrogantes que lanzó el estudioso.
Según apuntó Chaulón para aproximarse a las respuestas de esas preguntas es importante pensar la "súper estructura", como la propone italiano Antonio Gramsci. Por otro lado argumentó que también cabe hacerle preguntas a lo cultural.
Para Mario Roberto Morales, la construcción de la nación radicaba en el entendimiento y la cercanía de las desemejanzas.
El historiador señaló que la cultura "puede ser un instrumento para pelear el campo de lo súper estructural, donde está lo que construimos y deformamos con nuestras identidades".
Allí, en medio de ese campo de disputa podrían reunirse las pluralidades en las que insistía Mario Roberto Morales. En paralelo, esto da sentido para hablar de una posible convergencia. Ante el postulado Chaulón también lanzó la pregunta: "¿Pero converger para qué?".
El historiador continuó argumentando que la pregunta incisiva sobre qué implica ser guatemalteco ayudaría acercarse a la convergencia mediante el debate y la crítica que no abundan en Guatemala.
"Ni siquiera llegamos al debate porque hay una anulación del otro. Debe existir el diálogo", infirió el investigador haciendo hincapié en cuanto a que lo políticamente correcto ha llegado a convertirse en una corrección social y no tanto en una apuesta a la transformación dentro de los debates.
Cuestionando los esencialismos étnicos, Chaulón se remitió a Morales para invitar a abrir el cuestionamiento sobre la lucha de la sociedad, que va más allá de la raza y que tiene que ver más con la clase socioeconómica donde se construye la identidad de cada persona.
Esto, en palabras del historiador, ayudaría a combatir lo que Morales entendió como una neurosis étnica: esa que era provocada por un mestizaje "no asumido" y por el trauma de no poder reconocernos, especialmente las poblaciones ladinas.