Escenario

El escritor Eduardo Sacheri, Premio Alfaguara  2016, visita Guatemala

El escritor argentino Eduardo Sacheri es el ganador del Premio Alfaguara de Novela con su obra La noche de la Usina.

El novelista Eduardo Sacheri aborda La noche de la Usina, los problemas que enfrenta Latinoamérica. (Foto Prensa Libre: Ángel Elías)

El novelista Eduardo Sacheri aborda La noche de la Usina, los problemas que enfrenta Latinoamérica. (Foto Prensa Libre: Ángel Elías)

Sacheri, en la novela recuerda la crisis económica de Argentina a finales de 1990 y principios del 2000.

La novela, entre nostalgia, comedia y reflexión, aborda los problemas que se enfrentan en Latinoamérica.

“Somos tan parecidos hasta en eso”, dice el autor, quien ayer conversó con Prensa Libre sobre la novela, la soledad y la crisis.

La novela cuenta algo que no es ficción. La crisis del 2000 en Argentina, los ahorros perdidos y los bancos en quiebra. Esta es una historia muy real.

Tenía ganas de contar un relato que hablara de esta temporada en Argentina que fue muy particular desde el punto de vista político y económico. Quería abordar cuál es el comportamiento de los humanos frente a la crisis. Esas donde un grupo se perjudica y otro se beneficia.

Con esta novela intento conocer estas diferencias en un periodo que marcó profundamente a mi país. Es algo que quedó como una pesadilla. A veces pienso que es un recuerdo que siempre amenaza con volver.

La soledad, el fracaso, los perdedores. ¿Cómo la literatura latinoamericana enfrenta estas historias tan similares en estos países?

Somo sociedades en las que hacen falta muchas cosas y por esas razones salen mal las cosas. Por otro lado, hay mucho por hacer.

Siempre tenemos la sensación de crear y que se destruya lo que hacemos. Es una especie de tragedia en la que caemos y nos obligamos a levantarnos, en eso nos parecemos. La literatura entonces hace lo que la realidad intenta, completa la ausencia con ficción, lo que nos falta. Completa el sueño incumplido.

Latinoamérica es una región que no se sacia y eso colabora mucho con la creación de historias.

¿El humor ayuda a llevar esa carga?

Es una herramienta existencial. Lo necesita mucho el ser humano para quitarle solemnidad a lo que afronta. Siempre hay situaciones que son dolorosas, entonces el humor debe tener ese margen para reírnos de nosotros.

¿Latinoamérica ya salió de esa noche, las dictaduras y las violaciones a derechos humanos?

Quiero pensar que sí, aunque acepto que ya no estamos igual que hace 30 o 40 años. Pero siempre queda ese fantasma, ese temor por volver. A veces pareciera que pasamos buenos momentos en medio de la tormenta.

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