Al traspasar sus puertas, cada rincón vibra con infinidad de acordes producidos por instrumentos musicales de todo tipo. Allí, al comienzo de la tarde se observa a niños y jóvenes caminar a paso acelerado por los pasillos rumbo a los salones donde durante la jornada serán formados como músicos académicos.
Este es el Conservatorio Nacional de Música Germán Alcántara, uno de los nueve conservatorios del país. Lleva el nombre de un destacado compositor e intérprete del cornetín, quien fue su director entre 1906 y 1910.
Es una institución considerada semillero de artistas. Tiene su brillo, pero también sus sombras, como el deterioro del edificio y no tener una carrera que sea aceptada por las universidades del país, según estudiantes y maestros.
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Luces: cuna del arte
El Conservatorio actualmente es la escuela de 507 futuros artistas, de entre 4 y 18 años, que asisten diariamente después de sus clases regulares, mientras que otros 2 mil 200 acuden el fin de semana en tres jornadas (matutina sabatina, vespertina sabatina y matutina dominical).
Saxofón, trompeta, flauta transversal, clarinete, corno francés, oboe, tuba, trombón, fagot, marimba solística, percusión sinfónica, piano, violín, viola, cello, contrabajo, guitarra acústica y arpa son los instrumentos que se pueden elegir, además de canto operático, para profesionalizarse y obtener el título de Bachiller en Arte con especialización en un instrumento.
Quienes asisten el sábado y domingo pueden cursar el Diplomado en Iniciación Musical, de tres años.
En el área infantil los maestros usan el método Suzuki, el cual busca que el estudiante aprenda a tocar un instrumento de manera natural tal como lo hizo con su lengua materna.
En sus primeros años los alumnos eligen aprender piano, guitarra o violín. A los 7 años ingresan al área inicial y a los 10, a la profesional para estudiar el bachillerato y optar por cualquiera de los 18 instrumentos que allí se enseñan o bien por el canto.
La carrera es de nueve años, pero, según el director Hugo Arenas, se trabaja en nuevo pénsum para reducir el tiempo a seis y que el bachillerato sea aceptado para poder ingresar a la universidad, necesidad que impera entre los estudiantes y maestros.
En el Conservatorio imparten clases 47 músicos profesionales. Además de enseñar a ejecutar los instrumentos, dan clases de italiano, civismo y valores, armonía, historia de la música y análisis de la forma. Así el artista recibe una formación integral.
Violín, guitarra y piano, son los instrumentos más populares entre los estudiantes; y los menos, tuba, corno francés y fagot.
En el edificio hay 53 salones de clases en los tres niveles del edificio, el cual tiene 62 años de funcionamiento.
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Sombras: deterioro y carencias
Aunque es semillero de virtuosos y uno de los principales referentes del arte musical en el país, el Conservatorio Nacional no ha recibido la atención que merece.
Es un edificio que data de 1955 y requiere reparaciones. En el 2015 comenzó un proceso de restauración en el que se arreglaron los sanitarios y se pintó la fachada, paredes de pasillos y aulas, pero los estudiantes y maestros señalan que son mejoras cosméticas, pues el material que aisla el sonido entre salones de clases está en mal estado.
La ventilación es otro problema, especialmente en el verano, al igual que la iluminación.
Los pupitres donde los estudiantes reciben clases son viejos. Si se habla de los instrumentos, aunque en inventario hay 487 para uso de los estudiantes, estos mencionan que muchos no han recibido mantenimiento y no suenan adecuadamente para una orquesta.
El Conservatorio tiene un auditorio, donde los trabajos de restauración comenzaron hace dos años, pero el proceso ha sido lento y falta mucho por arreglar.
Las autoridades mencionan que ya se repararon las filtraciones de agua en el techo, comunes en la época de lluvia. Sin embargo, en un recorrido por el lugar se constató que el suelo de madera del escenario necesita mantenimiento, pues algunas tablas rechinan y lo mismo sucede en el segundo nivel, donde además la pared del fondo tiene agujeros.
Las butacas son antiguas, algunas están flojas y con apoyabrazos apolillados.
Pendiente está dar mantenimiento a los murales del auditorio, que son obra del maestro Efraín Recinos. Además de arreglar el teatrino, bautizado como Sala Tomás Pascual.
A criterio de Hugo Arenas, director del Conservatorio, en el proyecto de restauración se contemplan esas mejoras.
Además, hay estándares establecidos por la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) que deben cumplir, como habilitar una puerta más en el primer nivel donde el aforo es de 500 personas y solo hay dos salidas. En la planta alta caben 300 personas, se tiene una puerta y debe haber dos.
El presupuesto 2017 del Conservatorio es de Q5 millones 650 mil 858, según el Ministerio de Cultura y Deportes, que contempla la reparación del techo acústico del auditorio y la colocación de inyectores y extractores de aire.
Pero más allá de arreglos en infraestructura, docentes y alumnos ven necesario que las autoridades resuelvan cuanto antes que el bachillerato que allí se imparte sea aceptado por las universidades, para que los estudiantes puedan continuar sus estudios superiores, lo cual los desalienta a seguir en el Conservatorio.
Los maestros también mencionan que es necesaria una mejora en los salarios.