Escenario

<em>Don Búho</em>: “Mi mamá tenía un ropero lleno de libros”

Infatigable coleccionista, incansable lector, maestro generoso de varios libreros y la gran ausencia en la Feria Municipal del Libro, que ya está abierta en la Plaza de la Constitución: Julio Gálvez, don Búho —en alusión a la librería que tenía desde hacía 30 años—, falleció el 24 de octubre recién pasado.

Julio Gálvez fue empleador y maestro de varios libreros. También fue un incansable lector. (Foto Prensa Libre: Eduardo Cot)

Julio Gálvez fue empleador y maestro de varios libreros. También fue un incansable lector. (Foto Prensa Libre: Eduardo Cot)

A principios de este año se conversó con él.

¿Cómo comenzó en el mundo de los libros?

Estoy con los libros por amor, devoción y vocación. Gracias a mi madre, quien tenía un ropero lleno de libros, a los 10 años me dio curiosidad de leerlos. El primero fue 20 poemas de amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda. Empecé a buscar más.

Guatemala era más sana y atravesaba La Limonada y La Palmita, zona 5, para buscar libros en la zona 1. Solo había dos librerías: la de don José Ruiz, conocido popularmente como “don Pepe”, y la Ibérica. Estamos hablando de 1962, yo tenía 12 años. La otra estaba en el Pasaje Rubio, que era la librería Tor. Con el tiempo puse mi propio negocio y tengo 27 años de estar en esto.

27 años dirigió Julio Gálvez la librería que primero se llamó El Peregrino y después cambió el nombre a El Búho, ubicada en la 9a. calle y 10a. avenida de la zona 1.

¿Qué transmiten los libros?

Asombro por la sabiduría del hombre, los avances de la ciencia y la tecnología, las opiniones sobre arte y literatura; también paz espiritual. No creo que desaparezcan, porque la pasión de leer un libro no se compara con nada.

¿Cómo ha adquirido tantos?

Aquí los vienen a vender, desde uno solo hasta una biblioteca; a veces da tristeza porque ni han terminado la novena del difunto y ya están pensando en vender su colección, como algunos escritores e intelectuales. He comprado bibliotecas personales: la de Marco Antonio Villamar Contreras o la de Julio César Méndez Montenegro.

¿Cómo se integró a la Asociación de Libreros de Guatemala?

Ellos me invitaron a participar cuando abrí mi negocio en 1987, como librería El Peregrino, pero desde hace 10 años se llama El Búho. Primero me invitaron a la feria departamental y después me dieron la bienvenida en la Feria Municipal. Trabajamos con mucho entusiasmo.

¿Presidió la Feria Municipal del Libro?

Sí, da la satisfacción de representar a los libreros y traté la manera de trabajar con seriedad. Ese año fue dedicada al poeta José Luis Villatoro, quien al siguiente año falleció del corazón.

Usted ha formado a varios libreros jóvenes…

Somos tres libreros los que buscamos formar a los jóvenes libreros. Les enseñamos y ellos tienen interés en aprender. Los hemos asesorado y brindado confianza a nuestros trabajadores para que algún día sean libreros. Yo he formado a cinco libreros; algunos reconocen y otros no. Ciertos libreros creen que se crea más competencia, pero es una forma tonta de pensar.

¿Cuál es la misión de un librero?

Tiene que ser sagaz, conocedor de las editoriales y las ediciones, saber valorar un documento, y dedicar tiempo a la lectura. En mi caso nadie me enseñó, yo solito aprendí, buscando libros en los mercados, inclusive, en otras librerías, y así avancé porque esto no tiene límite.

¿Cómo incrementar el hábito de la lectura en Guatemala?

En los colegios les imponen y obligan a los estudiantes a que lean una obra. Eso se hace pesado, el muchacho se frustra y pierde el amor a la lectura. El ejemplo de lectura lo deben dar los padres, y alejar a los niños un poco de la computadora, celulares y el internet, porque a la larga son dañinos.

Usted dibuja caricaturas…

Para mí es como un relax, y uno de mis sueños es algún día tener una exposición, aunque algunas son un poco irreverentes, porque siempre me ha gustado reírme de la política y lo ridículo de los políticos.

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