Alcón, que había estado ingresado hace cuatro meses en un sanatorio de Buenos Aires, protagonizó cerca de cuarenta filmes, también actuó en televisión y tiene una extensa y galardonada trayectoria sobre las tablas y como director teatral.
“Murió Alfredo Alcon. La ciudad que lo veneró, hoy lo llora”, dijo el ministro de Cultura de Buenos Aires, Hernán Lombardi.
Considerado el mejor actor de su generación, particularmente por sus impactantes interpretaciones de clásicos teatrales de William Shakespeare, Arthur Miller, Tennessee Williams y Henrik Ibsen, entre otros, Alcón había nacido el 3 de marzo de 1930 en Buenos Aires.
Además de su extensa trayectoria teatral en la ciudad que lo vio nacer, Alcón también actuó, fuera de Argentina, en el Teatro Nacional Español y en el Teatro Nacional María Guerrero, de Madrid.
Su último trabajo sobre las tablas fue Final de partida, de Samuel Beckett, obra que protagonizó el año pasado junto en el teatro San Martín, de la capital argentina.
Su carrera no fue menos fructífera en el cine, donde actuó en películas como Nazareno Cruz y el lobo (1975), de Leonardo Favio, Los inocentes (1964), de Juan Antonio Bardem, o En la ciudad sin límites (2002), de Antonio Hernández.
Alcón obtuvo, entre muchos otros reconocimientos, el Premio al mejor actor en el Festival Internacional de Cine de Cartagena, además de los máximos galardones que se entregan a las artes escénicas y cinematográficas en Argentina.
“Toda su trayectoria es respetable. Era de esos actores que hacían realmente lo que creían que tenían que hacer, con todo el respeto”, dijo la actriz Cipe Lincovsky al enterarse del deceso de Alcón.