Desde los escenarios de la ópera de la Bastilla y del Teatro del Chtelet, las dos jóvenes comparten su destino de cuento de hadas aunque la pequeña huérfana y joven novicia María Augusta Kutschera, futura señora von Trapp, existió en realidad.
La vida de aquella niña nacida en un tren justo antes de la II Guerra Mundial, que a los 18 aspiraba a profesar en las benedictinas de la Abadía de Nonnberg, en Salzburgo, pero que por orden de su abadesa pasó a ocuparse de los siete hijos del capitán Georg von Trapp, ha hecho soñar desde hace medio siglo a millones de espectadores.
Primero en forma de famosa comedia musical, con el título “The Sound of Music” (titulada como “Sonrisas y Lágrimas” en países como España), estrenada en Broadway en 1959 por Richard Rodgers y Oscar Hammerstein.
Luego en versión cinematográfica, con la película de Robert Wise que en 1965 protagonizó Julie Andrews.
Dos puntos de referencia centrales en la creación que Emilio Sagi montó en París con tal éxito, en 2009, que el Chtelet la ha vuelto a programar para este fin de año, donde entusiasma al público desde el pasado día 7 de diciembre.
En la ópera de la Bastilla el triunfo acompaña igualmente, desde el 25 de noviembre, las nuevas representaciones de “Cendrillon”, que Rudolf Nureyev (1938-1993) creó en 1986 para el Palacio Garnier, la sala histórica de la ópera Nacional de París.
La Cenicienta del coreógrafo ruso sueña con hacer cine mientras se marchita junto a su madrastra y sus hermanastras, en condiciones similares a la heroína de Charles Perrault que inspiró el ballet.
En cierta forma, su historia es la del propio coreógrafo, cuyo origen humilde no le impidió convertirse en uno de los mejores bailarines de su época, hacer cine y dirigir de 1983 a 1989 una de las mejores compañías de danza del mundo, la de la Opera de París.
“Raymonda” , “Roméo et Juliette” y “La Bayadre” son algunas de las piezas magistrales que creó para los bailarines de esta compañía que ahora interpretan “Cendrillon” , obra más neoclásica que clásica, con múltiples guiños a la comedia musical, al claqué de Fred Astaire y al humor de Charles Chaplin y Groucho Marx.
Petrika Ionesco firmó los suntuosos decorados de este “Cendrillon” con música de Serguéi Prokofiev (1891-1953) que incluyen momentos de rodajes de filmes históricos como “Metropolis” y “King Kong”.
Por supuesto, no son las únicas obras destinadas en París a embelesar al público navideño al que también se dirigirá el 31 de diciembre “El cascanueces”, de Piotr Ilich Chaikovski (1840-1893) , del Ballet de San Petersburgo, en el Teatro de los Campos Elíseos.
La historia del pequeño soldado de juguete que cobra vida para descubrir un mundo mágico y misterioso a su joven propietaria estará protagonizada por la bailarina estelar Irina Kolesnikova.
En el Palacio Garnier, aunque inevitablemente melancólico, el Fin de Año descubrirá los fastos de la Rusia aristocrática del siglo XIX con “Onéguine”.
Una pieza creada en 1965 por John Cranko para el ballet de Stuttgart, que entró en el repertorio de la Opera de París en 2009, con decorados y vestuario de J rgen Rose.
También en forma de ballet, “Onéguine” narra los desamores del dandi Onéguine y de su amada Tatiana, de su hermana Olga y de su novio, el poeta Lenski, procedentes de la novela en verso del escritor Aleksandr Pushkin (1799-1837) y de la ópera “Eugenio Oneguin” de Chaikovski.