Escenario

Prodigioso armonizador de sonidos y voces

Rafael Antonio Castellanos y Quirós (1725-1791) nació en Santiago de Guatemala, fue discípulo y sobrino de Manuel José de Quirós, cuyas enseñanzas lo convirtieron en uno de los músicos más famosos de su época.

Partitura de villancico a tres voces, con violines, flauta y trompeta. (Foto Prensa Libre Cortesía: ARCHIVO HISTÓRICO ARQUIDIOCESANO)

Partitura de villancico a tres voces, con violines, flauta y trompeta. (Foto Prensa Libre Cortesía: ARCHIVO HISTÓRICO ARQUIDIOCESANO)

Recibió una formación musical sólida, que incluyó instrucción en violín, arpa, canto y composición.

Una de sus primeras piezas, escrita en 1740, se inspiró en las Lamentaciones de Jeremías. Desde 1765 ocupó el puesto de maestro de capilla de la Catedral.

Sus creaciones musicales se caracterizaron por elementos del barroco hispanoamericano, que su maestro había empleado e imitó cantatas y arias italianas, en especial las de Alessandro Scarlatti y de Carlo Broschi Farinelli; también zarzuelas, sainetes, villancicos y tonadillas españolas.

Se le considera el músico guatemalteco más creativo y habilidoso de su época. En algunas de sus composiciones como Pastoras alegres y negros de Guaranganá incluyó melodías y ritmos vernáculos y populares; de esa manera continuó el trabajo musical de Manuel José de Quirós, al utilizar tonadillas de afrodescendientes. Incorporó en sus villancicos el habla de indígenas, gallegos, milicias, filósofos y extranjeros.

Escribió numerosos villancicos navideños de carácter jocoso y festivo. Logró que el deán y el Cabildo Eclesiástico solicitaran a Roma piezas de música coral, entre las que llegaron las pertenecientes a Antonio Mazzoni, maestro de capilla de la iglesia de San Pedro, Catedral de Roma. También intercambió composiciones musicales con Ignacio Jerusalem, maestro de capilla de la catedral de México.

Castellanos fue excelente organista e instituyó una escuela de música en la cual dio clases a varios jóvenes, sobresaliendo Francisco Aragón, a quien al morir su maestro le dejó parte de su repertorio. La mayoría de sus obras se perdieron, pues cuando falleció a los 76 años, en 1791, su hermana Micaela vendió su archivo y los papeles de solfa fueron a parar a las coheterías y tiendas para envoltorios.

Herencia musical

Numerosas obras nacieron de su creación:

Entre sus obras están Aleph Quomodo; Cambiad el triste llanto; Subvenite sancti dei; Pues la iglesia señores; Un francés y un gallego, y Ángeles del cielo.

También Hoy sube a los cielos, dejando tristes los campos; Triste caudal de lágrimas;

La ascensión triunfante; Ay, que se sube a los cielos; y Ausente del alma.

Su catálogo consta de 176 obras que incluyen arias, cantatas, coplas, dúos, tonadas, villancicos y composiciones litúrgicas en latín.

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