Según medios especializados, cada 40 segundos alguien en EE. UU. vive una situación similar. Los accidentes cerebrovasculares (ACV), derrames o ataques cerebrales —como se les conoce— ocurren cuando hay una interrupción en el flujo de sangre y oxígeno hacia el cerebro y son muy comunes.
Cada año afectan a 795 mil personas, advierten los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades.
Sin advertencia y en silencio
Tal y como le ocurrió a Salinas, los ataques cerebrales suelen ser impredecibles y ocurren sin advertencia. En un minuto la persona está bien, pero basta un segundo para que de pronto no puedan hablar, ponerse de pie o simplemente se desmayen, como le pasó a la actriz mexicana.
Comienza entonces una carrera contra el tiempo: mientras más rápido se detecten las señales del ACV y se busque atención médica, más probabilidades hay de sobrevivir y habrá un mejor pronóstico de recuperación.
Actuar rápido es vital
La American Stroke Association explica que para detectar las señales de un ACV se recomienda la prueba FAST, acrónimo de face, arms, speak y time (cara, brazos, habla y tiempo).
- En ese mismo orden, contempla que en primer lugar se revise si la persona tiene un lado de la cara caído
- Segundo, verificar que el paciente puede levantar por sí mismo ambos brazos y notar si alguno se desvía hacia abajo
- Tercero, pedirle al individuo que repita una oración sencilla notando si suena extraño.
La Asociación recomienda que si observa alguno de estos síntomas llame de inmediato al sistema de emergencia local.
Durante un derrame cerebral, dos millones de células cerebrales mueren cada minuto y puede dejar secuelas de por vida.
Se trata de la quinta causa de muerte y de la principal causa de discapacidad en EE. UU., advierte la Asociación Estadounidense del ACV.
Cada cuatro minutos una persona muere como consecuencia de un ataque cerebral, pero también hay quienes logran recuperarse satisfactoriamente.
“Derrame cerebral en la parte del tallo”
Para el momento en que Salinas salió de casa la noche en que sufrió el derrame, la actriz estaba en coma, respirando con los ojos abiertos y con la presión arterial alta, contó su nieta.
Salinas sufría de hipertensión, lo que —junto a la edad— está entre los factores de riesgo de los ataques cerebrales. Otros son el colesterol alto, enfermedades cardiacas, fumar, beber demasiado alcohol y tener sobrepeso.
El diagnóstico que recibió en el hospital fue de “derrame cerebral en la parte del tallo”.
No aclararon si fue hemorrágico (cuando las arterias quedan obstruidas debido a un coágulo de sangre o por acumulación de grasa) o isquémico (cuando un vaso sanguíneo del cerebro se rompe y filtra sangre al cerebro).
El tallo cerebral controla todas las actividades básicas del sistema nervioso central: la conciencia, presión arterial y respiración.
La Asociación Estadounidense del ACV advierte que los derrames en esa área son más difíciles de identificar, pueden afectar todas estas funciones y usualmente no interfieren con el lenguaje.
En su página web aclaran que mientras más rápido se logre restituir en flujo sanguíneo mediante la administración de medicamentos, los pacientes tienen mejor pronóstico de recuperación.
El sitio del tallo cerebral donde haya ocurrido el ACV también incide sobre la evolución.
La Asociación Estadounidense del ACV enumera algunas de las complicaciones de un ataque cerebral: inflamación del cerebro, neumonía, infección del tracto urinario, convulsiones, depresión clínica, úlceras, contractura de las extremidades, trombosis venosa profunda (formación de coágulos en las venas de las piernas) y dolor de hombro (producto de la debilidad o parálisis).
Los servicios funerarios de Carmen Salinas se están llevando a cabo en la Colonia del Valle al sur de la CDMX y se tiene planeado el acceso al público en grupos de cinco personas.
