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Pero este 2020 también trajo lo suyo y las perspectivas no son justamente las mejores: 2021 también puede convertirse en un “annus horribilis” para la familia real británica.
El año próximo será particularmente difícil para el príncipe Andrés, el segundo hijo de la reina.
El noble de 60 años es señalado como un involucrado en el escándalo de abusos que rodea al ya fallecido Jeffrey Epstein. El empresario estadounidense fue acusado de haber abusado de decenas de menores y haberlas forzado a prostituirse.
Según la Fiscalía estadounidense, Ghislaine Maxwell, una buena amiga del príncipe Andrés, habría sido una de las “aliadas más cercanas” de Epstein y se le adjudica un “papel crucial” en sus enredos.
Entre las víctimas se encuentra la estadounidense Virginia Giuffre, según ella misma denunció. La mujer afirma que hace unos 20 años, cuando era menor de edad, fue forzada a tener sexo varias veces con el príncipe británico.
Andrés, según se dice el hijo preferido de la reina, rechaza esta acusación con vehemencia.
Sin embargo, tras el escándalo el príncipe renunció a todos los cargos públicos de la realeza y apenas se lo ha visto en público en los últimos meses.
Su imagen en Gran Bretaña no es buena, al punto que en el pasado la prensa se ha burlado de él llamándolo “Randy Andy” (Andy cachondo) debido a sus escándalos.
El príncipe está enfrentado con los investigadores estadounidenses. Quieren interrogarlo pero como testigo, no como acusado. Pero al parecer el noble británico no está dispuesto a cooperar con la Justicia.
“Cuando el príncipe Andrés esté seriamente interesado en una cooperación con la investigación en curso, entonces nuestras puertas estarán abiertas”, informó el fiscal de Nueva York Geoffrey Berman.
El equipo de asesores de Andrés dijo estar “atónito” y rechazó las acusaciones. La situación podría ponerse verdaderamente incómoda para la realeza británica a partir de julio, cuando está previsto que comience el juicio contra Maxwell. ¿Podría incriminar a Andrés?
El príncipe Andrés no es el único que causa quebraderos de cabeza a la reina de 94 años. También el nieto Harry (36) y su esposa Meghan (39) generaron este año una enorme tensión con su renuncia a la familia real, el denominado “Megxit”.
La pareja comunicó que quería ser independiente a nivel financiero y retirarse de sus obligaciones reales. Se mudó con su hijo Archie, de apenas un año, a California. Allí, Meghan sufrió en julio un aborto espontáneo, según reveló ella hace pocas semanas.
El principal objetivo de Harry y Meghan, según ellos mismos declararon, es involucrarse en causas sociales.
“No tengas miedo de hacer lo que sabes que es correcto, aunque no sea popular, aunque nunca se haya hecho antes, aunque asuste a la gente”, apeló Meghan a las jóvenes y mujeres en una conferencia en línea durante el verano boreal, y parecía estar hablando de sí misma y de Harry.
¿Pero cómo financian ambos un fuerte compromiso social y, al mismo tiempo, un estilo de vida fastuoso? Entre otras cosas, la ex actriz de la serie Suits y el príncipe han firmado un lucrativo contrato con el servicio de streaming Netflix para producir documentales, largometrajes y proyectos para niños.
La cuestión es cuándo podrá la monarca volver a ver a su pequeña familia en el marco de la pandemia de coronavirus. Desde principios de este año, la crisis de la covid-19 ha mantenido separados a los “royals” entre Estados Unidos y el Reino Unido.
Pese a todos los recaudos, miembros de la familia real se han contagiado con el virus SARS-Cov-2. El sucesor al trono, el príncipe Carlos, de 72 años, sufrió síntomas leves de gripe.
Peor lo pasó su hijo Guillermo (38), según informó el periódico The Sun, cuando se infectó a principios de año, aunque el palacio no quiso realizar comentarios al respecto. La reina y el príncipe Felipe no se contagiaron.
La pareja real compartió mucho tiempo en el castillo de Windsor, cerca de Londres, algo poco habitual en ellos, atendidos por un pequeño equipo de cortesanos para protegerse de la pandemia de coronavirus.
Allí también está planificado el festejo de Navidad, cuando normalmente lo suelen festejar con toda la familia en la casa de Sandringham.
En la finca ubicada en el este de Inglaterra también se encuentra la rústica “Wood Farm”, en la que el príncipe Felipe disfruta su vida de jubilado. Allí pinta, lee y de vez en cuando viaja en un antiguo carruaje.
Al anciano caballero le encanta el aislamiento. Pero es poco probable que evite una gran fiesta en el próximo verano europeo porque el 10 de junio el príncipe Felipe cumplirá 100 años.