La fundación, que concedió el primer premio al también peruano Rogelio Oré.
Pachas afirmó a Efe que su investigación le ha permitido determinar que Vallejo (1892-1938) afrontó un año intensamente político en España, pero fue víctima del sectarismo de la izquierda de entonces, que le impidió publicar muchos de sus libros.
Autor de una biografía de Georgette Philippart, la esposa francesa de Vallejo, Pachas remarcó que se podría pensar que, por ser comunista, el poeta no pudo publicar más libros porque fue rechazado por los conservadores y la derecha española.
Añadió, sin embargo, que Vallejo “era un heterodoxo cuyo objetivo principal era publicar los avances del socialismo de Rusia, pero eso no significaba que estaba a favor de Stalin”.
“De ninguna manera, porque también es demostrable que tenía una simpatía por Trotsky, pero los trotskistas no permitían eso, para ellos no era correcto que Vallejo estuviera en ese centro, para ellos era un tibio, no se definía”, acotó.
Esto llevó a que editoriales españolas como Zenith, que le publicó El Tungsteno, o Ulises, que editó Rusia en 1931, “a pesar de que eran antiestalinistas y a la vez simpatizantes del trotskismo, no le publicaron sus otros libros”.
“Es fundamental recalcar que es la política de izquierda, en este caso la más radical del comunismo en esa época, la responsable de que Vallejo no haya publicado más libros”, señaló.
Pachas recordó que Vallejo llegó a España en medio de una pobreza extrema, pero contó con el apoyo de Rafael Alberti, aunque por sus ideas políticas se alejó de otros escritores que también conocía, como Miguel de Unamuno, José Bergamín o Gerardo Diego.
Vallejo, que había visitado por primera vez la península en 1926, le comunicó en 1930 a algunas de sus amistades que presentía que iba a tener que salir de Francia, por lo que manifestó incluso su deseo de volver a Perú, de donde había partido en 1923.
El poeta señaló que, si no podía regresar a su país, intentaría viajar a Alemania o a Colombia, pero finalmente escogió ir a España, país con el que tenía vínculos muy fuertes.
“Ahí estaba su sangre y creo que en eso demuestra por qué hasta ahora los españoles lo quieren tanto, debido a que José Rufo Vallejo, un habitante de Extremadura, fue su abuelo”, indicó Pachas.
Su vida en España no fue fácil, ya que no logró mejorar su difícil situación económica, a pesar de que su libro de reportajes “Rusia en 1931” fue un éxito de ventas.
“Vallejo se sintió mal, porque no podía publicar sus otros libros, llegó a decir que tenía que guardarlos con cerrojo, eso demuestra por qué en el 32, cuando regresó a París, bajó muchísimo todo ese torbellino político que sentía por Rusia, como desencantado de la situación” , apuntó el investigador.
A pesar de esa aparente desilusión por la política, el poeta mantuvo su profundo vínculo con España, país al que dedicó uno de sus libros más intensos: “España, aparta de mí este cáliz”.