No todos los años terminan el 31 de diciembre y no todos tienen 365 días exactos. Los calendarios gregoriano y juliano han sido utilizados desde la antigüedad por la influencia de la cultura occidental alrededor del mundo; sin embargo, los mayas elaboraron la calendarización más exacta de la era espacial.
Al menos así lo afirmó Silvanus Morley, arqueólogo y epígrafe, al referirse a la exactitud que los astrónomos mayas establecieron con los ciclos propuestos para medir el tiempo: el Cholq’ij, el Tun y el Ab’. Cada uno con una distinción de tiempo.
El Cholq’ij se compone de 13 meses más —260 días por ciclo—, el Tun de 18 meses —360 días— y el Ab’, de 18 meses más cinco días —en total son 365 días—. Cada uno de estos calendarios tiene un significado de orientación personal y comunitario desde la cosmovisión maya.
El calendario solar Ab’
El ciclo Ab’ se basa en el movimiento de la rotación de la Tierra alrededor del Sol. De acuerdo con lo establecido por los antiguos mayas, consta de 18 meses con 20 días cada uno, de manera que suman 360. Previo a la finalización del período, se contempla una etapa de cinco días que forman así el año solar.
El año Ab’, como en otros calendarios occidentales, cuenta con distintos meses, pero en su caso están escritos en idioma maya yukateko. Por otra parte, el nombre del ciclo que los rige, Ab’, tiene un origen lingüístico q’eqchi’ cuyo significado es “hamaca” o “tiempo que se balancea como una hamaca”.
Detrás de esta medida de tiempo también hay un sentido de orden político. Raxché Rodríguez, director de la editorial Maya Wuj, indica que el primer día del año Ab’ designa a un nuevo cargador, cuya figura representa la autoridad que rige durante todo un año los destinos del tiempo y del mundo.
Rodríguez destaca que, aunque esta calendarización está presente dentro de la cosmovisión maya, es poco utilizada, en comparación con la Cholq’ij.
Por esa razón, junto a entidades como la Academia de Lenguas Mayas y el Ministerio de Educación, se hacen esfuerzos para que en la actualidad se rescate el valor tradicional del sistema astronómico y científico de los mayas.
La trascendencia del Tz’apiq’ij
Traducido como “el cierre del tiempo”, el Tz’apiq’ij es el período de cinco días en el que las personas se preparan para el año nuevo. Este 2020 los días comprenderán del 26 al 30 de marzo, para dar así comienzo al 0 Pop, día que marca el inicio del año Ab’.
Rodríguez explica que el Tz’apiq’ij es crucial para toda la comunidad maya puesto que se trata de un momento para revitalizar los ciclos. Durante los cinco días se llevan a cabo actividades de introspección personal y comunal. También se agradece por la vida, las fuerzas, y la inteligencia.
Dentro de la introspección radica la oportunidad de mejorar relaciones interpersonales con otras personas de la comunidad. En estos días se hace una evaluación de las obras hechas durante los últimos 18 meses, las metas alcanzadas y las lecciones aprendidas de los errores.
Como anécdota, recordada por el director de Maya Wuj, el arqueólogo Silvanus Morley decía que hace años cuando vivió en una comunidad indígena pudo ver como durante este período los mayas quebraban tinajas, pintaban sus casas y estaban bastante activos. Esto, como una muestra de su preparación para el año nuevo Ab’.
Librarse de objetos materiales innecesarios, reforzar un espíritu de solidaridad, limpiar los hogares y sus entornos son sinónimo de iniciar el nuevo ciclo.
Rodríguez afirma que en el pasado este tiempo era de suma importancia, ya que cada año Ab’ traía el cambio de autoridades ancestrales, así como de nuevos responsables de velar por el bienestar de las comunidades.
Este nuevo ciclo busca, en síntesis, el equilibrio y la armonía entre cada persona y sus contextos.