Salud y Familia

¿Cómo educar a los hijos de forma diferente a la de los padres?

Es importante que los padres se replanteen las ideas típicas de género de generaciones anteriores.

¿Cómo educar a los hijos de forma diferente a la de los padres?

Muchos padres se plantean educar a sus hijos distanciándose de la experiencia de su propia infancia. (Foto Prensa Libre: picture alliance / Ingo Wagner/dpa)

“Cuando tenga hijos haré todo diferente”: muchos padres y madres tienen ese objetivo. Pero, ¿cómo se encuentra un estilo de educación propio? Dos expertas cuentan su experiencia:

Maren Hoff asesora en Hamburgo a padres que necesitan procesar su historia familiar. En sus clientes detecta una y otra vez tres estilos de educación, que surgen a partir de querer “hacer las cosas de otra manera”.

“Cuando los propios padres fueron muy estrictos, les permiten casi todo a los hijos”, dice. En esos casos, apenas hay reglas firmes o un “no”, lo que deriva en otro tipo de conflictos.

“Si los propios padres apenas estuvieron presentes, el hijo es llenado de atenciones constantemente”, prosigue. Eso tiene como consecuencia que los padres no se permiten pausas. Las necesidades propias pasan a un segundo plano, por lo que muy rápidamente se sienten sobrecargados.

Si se padecieron muchos enojos y gritos en la infancia, son muchas las situaciones que pueden desencadenar ganas de gritar o que dejan a uno paralizado de susto. “En caso de necesidad, recurrimos a modelos familiares indeseados”, dice Hoff. La experta asegura que a muchos padres les cuesta encontrar una manera tranquila de manejarse, sobre todo en el caso de niños emocionales.

A ello se suman frases como “¡No exageres!”, “¡Déjate de comedias!” o “¿Tengo que repetir todo cinco veces?”, que tenemos interiorizadas de los padres y abuelos propios. En situaciones de conflicto es cuando más rápidamente salen a la luz.

También una “privación de cariño con frases como ‘no te quiero si eres así’ marca a los niños desde pequeños”, dice Anna Hofer. Esta naturópata y psicoterapeuta de Colonia, Alemania, asesora a menudo a madres primerizas.

“Si los niños aprenden a tener que ser complacientes para gustar, en la edad adulta pueden desarrollar un comportamiento destructivo”, precisa.

También es importante que los padres se replanteen las ideas típicas de género de generaciones anteriores. “Se suele creer que los niños son más capaces que las niñas. Pero no deberíamos darles constantemente ese impulso”, aconseja Hoff.

¿Pero cómo encuentran madres y padres un estilo propio de educación? “Tomando distancia de los propios padres”, dice Hoff. En su experiencia, hay tres pasos en ese proceso:

 

  1. Imaginarse a los propios padres como hijos, para lograr comprender qué los marcó.

 

  1. Responsabilizar a los padres por su vida (la de ellos) y saber que ahora uno toma las decisiones propias.

 

  1. Entrenar nuevas convicciones profundas. Recomienda responderse las siguientes preguntas: ¿cómo quiero vivir?, ¿qué valores son importantes para mí?, ¿Qué reglas y límites son necesarios para ello?

 

En el camino, también habría que dejar las dudas sobre el propio papel de madre o de padre. Frases destructivas como “no está bien cómo soy” con el tiempo deberían volverse frases constructivas como “está bien cómo soy, aún cuando cometa errores”. Así surge un amor propio y un sentimiento de autoeficacia, señala la coach.

Hofer, por su parte, aconseja también conectarse con personas que tienen ideas similares a uno en la búsqueda de los conceptos propios. Un poco a modo de contrapeso con la familia de origen. En la búsqueda de un estilo de educación propio también pueden ayudar asesores, libros y revistas.

Claro que no es posible anular del todo el consejo de los propios padres. Los abuelos quieren transmitir su experiencia. “Pero muchas veces tienen un recuerdo transfigurado de los primeros años con sus hijos”, dice Hofer. Después de todo, esos años quedaron muy atrás.

De todas maneras, recomienda mostrar comprensión por el estilo de educación que se usaba entonces. “Escuchar y entender por qué ellos fueron educados así en su situación” es importante.

La experta subraya que de ninguna manera uno debería provocar a los propios padres destacando que uno educa de una manera innovadora y diferente. Eso puede llevar al conflicto. Es mejor tranquilizar con frases como “no te preocupes, mamá”, cuando uno quiere tomar decisiones diferentes con los propios hijos.

Algunos abuelos aceptan que los estilos de educación se hayan ido modificando. Otros no abandonan los modelos de antes e intervienen constantemente. En esos casos recomienda tener una conversación al respecto.

En esos encuentros, cada uno debería poder decir qué es lo que le importa en el trato de hijos y/o nietos. Eso puede derivar en compromisos. Por ejemplo, que se acepte que en casa de los abuelos los niños serán mimados, pero también que algunos comportamientos no serán aceptados, por ejemplo, los gritos.

En estas situaciones hay que prestar atención a y respetar los valores propios y los del otro. “Eso genera una calma interna y una sensación de estar en pie de igualdad”, explica.

Es bueno tener esta conversación también antes de unas vacaciones conjuntas o de celebraciones familiares. “Los padres deberían pensar muy bien cómo quieren que sean las reuniones”, aconseja Hofer. Por ejemplo, si se espera que los niños se sienten a la mesa y se queden quietos, aunque sean muy pequeños y temperamentales, hay que encontrar otra solución.

Hofer dice que “los padres deben explicar qué procesos están atravesando los hijos en ese momento”. Así se evitan los conflictos con los propios padres y/o abuelos con base en sus expectativas.

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