Salud y Familia

¿Demasiadas proteínas para mi bebé?

Las proteínas sirven de sustrato para construir las estructuras corporales como músculos, huesos o los órganos internos, entre otras, pero si consumen en exceso el recién nacido crece en peso pero no en estatura, según los últimos estudios médicos.

¿Los niños crecen más sanos comiendo más proteínas? Depende de la etapa del desarrollo en que se encuentren, ya que de acuerdo a las últimas investigaciones, el aporte temprano y adecuado de proteínas en el recién nacido pretérmino (antes de fecha) resulta indispensable, pero después de la etapa neonatal el exceso en el consumo puede representar un riesgo.

“Los bebés que consumen de manera adecuada proteínas durante los primeros mil días de su vida reducen el riesgo de obesidad,   tienen un correcto funcionamiento del sistema inmune y digestivo y disminuye el riesgo de que desarrollen alergias”, según un estudio del doctor alemán Berthold V. Koletzko.

Este estudio lo respalda el pediatra mexicano Salvador Villalpando Carrión, jefe de departamento de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica, del Hospital Infantil de México Federico Gómez. 

“El consumo de proteínas en los primeros meses de vida del bebé es indispensable en su nutrición y le marcará para el resto de su vida”, explica el doctor Villalpando Carreón, especialista en obesidad infantil y desnutrición hospitalaria.

“Antes se pensaba que era importante que el bebé comiera mucho, tuviera bastantes proteínas en su alimentación y logrará un gran crecimiento. Hoy, sabemos que el crecimiento máximo no es beneficioso sino peligroso, porque es en peso y no en estatura, lo que podría traducirse en obesidad y acompañarse de diabetes, hipertensión o enfermedad cardíaca a largo plazo”, explica.

Este pediatra considera importante mencionar que las proteínas sirven de sustrato para construir las estructuras corporales como músculos, huesos, órganos internos y sangre, entre otros.

Según Villalpando “cuando existe un exceso de proteínas se estimula la insulina y la hormona de crecimiento y, en la leche humana,  hay aminoácidos insulinogénicos, los componentes estructurales de las proteínas, que confieren al organismo la capacidad de producir insulina y hormonas de crecimiento”.

“Sí damos más aminoácidos en una dieta alta en proteínas se produce mayor cantidad de insulina y los niños van a estimular que sus células grasas se produzcan en mayor cantidad”, indica este especialista”.

De acuerdo con este pediatra, desde la década de 1970 los niños alimentados con el seno materno tenían un crecimiento distinto frente a los alimentados con fórmula (leche en polvo) y “en esa época ese tipo de lácteo poseía el doble de proteínas que la leche materna, razón por la cual los niños crecían en peso de manera acelerada”.

Tras varios años de estudios, los especialistas han concluido que esa cantidad era inadecuada.

Este especialista refiere que, en el estudio de su colega alemán Koletzko, se comparó un grupo de niños que consumió una fórmula estándar que incluía el doble de proteínas, otro con cantidades bajas y un tercer grupo de alimentados con leche de la madre.

Los primeros mil días del recién nacido

“Durante seis años se les dio seguimiento a todos esos niños y se encontró que el riesgo a desarrollar obesidad fue 2.5 veces mayor en los que consumieron dosis proteínicas altas”, explica.

Respecto a la cantidad que debe tomar un bebé, Villalpando Carrión considera que es importante que lo determine el médico especialista y es enfático sobre que “la alimentación del seno materno es recomendable por seis meses y prolongarla hasta los dos años, si es necesario”.

El galeno indica que lograr una mejor nutrición infantil durante los primeros mil días del niño “es fundamental”, como también lo es “que durante el embarazo, la mamá incremente su peso de manera moderada, lo cual dependerá de la estatura de la mujer”.

Como referencia general, Villalpando recomienda a las gestantes “que tomen dos raciones de pescado a la semana y aumenten de 13 a 26 libras su peso durante el embarazo”.

Y añade que es indispensable que al bebé se le de leche materna por lo menos durante seis meses y, en caso de no contar con el lácteo materno, hay que mantener un aporte de proteínas bajo y hacer un seguimiento  médico del crecimiento del niño para ver si la evolución es adecuada.

También sugiere introducir los alimentos  específicos para cada edad sin exceder la cantidad de proteínas, y apunta que, “lo ideal es que la alimentación infantil contenga carnes, cereales con hierro, fruta y verdura para los primeros seis meses de vida de los bebés”.

Estudio sobre la obesidad

Uno de los trabajos más recientes sobre los efectos del exceso proteico en la dieta de los niños más pequeños, es el estudio Alsalma 2.0, promovido por Danone Nutricia, según el cual una ingesta superior a la recomendada en los tres primeros años de vida  de proteínas se correlaciona con sobrepeso en el futuro.

Este estudio, basado en análisis de los hábitos dietéticos de más de 1 mil 500 niños españoles de 0 a 3 años, concluye que el 95 por ciento, entre los 7 y 36 meses de edad, ingiere diariamente más proteínas que las que se recomiendan.

“Hemos constatado que el sobrepeso se inicia en edades muy tempranas. Los obesos no se hacen a los 5 o a los 8 años; los empezamos a hacer desde bebés”, ha explicado el doctor Vicente Varea, jefe de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición del Hospital Sant Joan de Déu, de Barcelona (noreste de España).

“No estamos haciendo una alimentación equilibrada si pensamos que ofrecer carne, carne y carne al niño va a hacer de él un deportista de élite”, matiza Varea, uno de los autores de este estudio.

“Las últimas investigaciones demuestran que la nutrición, desde su concepción hasta los dos años de edad, tiene un fuerte impacto en el riesgo de desarrollar sobrepeso y obesidad en años/décadas posteriores”, según otro de los autores, el doctor Jaime Dalmau, de la Unidad de Nutrición y Metabolopatías del Hospital La Fe de Valencia (este de España).

“Hace años se pensaba que el niño tenía que comer igual que el adulto, pero en menor cantidad. Hoy sabemos que no es así y que los pequeños tienen unas necesidades de macro y micronutrientes concretas. Una alimentación infantil óptima puede ayudar a prevenir enfermedades que se manifiestan en épocas más tardías”, indica el doctor Dalmau.

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