En su último libro, ‘Mutants, à quoi ressemblerons-nous demain?’ (‘Mutantes, ¿cómo seremos mañana?’), explora la “multiplicidad de los cambios y transformaciones, a veces radicales, que afectan a los seres humanos en diversos ámbitos” desde hace décadas.
Apunta que la estatura media de los franceses, por ejemplo, ha aumentado en casi 5 centímetros en 30 años, mientras que la proporción de obesos se ha casi duplicado en la última década y media, alcanzando el 15% de la población.
Una tendencia que se observa en cualquier región del mundo, al igual que la llegada más temprana de la pubertad, “sobre todo en las chicas, pero no sólo”, apunta el biólogo. Un estudio efectuado en Estados Unidos sostiene que una niña blanca de cada 10 y una niña negra de cada cuatro entran en la pubertad con apenas siete años.
La paradoja es que esta precocidad sexual viene acompañada de una “fertilidad en caída libre”, según Bouvet. A escala planetaria, detalla, la concentración de espermatozoides en el semen se ha reducido de media en un 40% en los últimos cincuenta años.
El hombre parece además ser cada vez menos “masculino”, a juzgar por la reducción del nivel de testosterona y la suavización de otros rasgos biológicos asociados a la masculinidad.
– ‘Big bang’ químico –
¿Cuáles son las causas de estas transformaciones tan rápidas?
El biólogo menciona, además de los factores genéticos, el “big bang químico” creado por el hombre, que se está convirtiendo en un “homo perturbatus”.
Bouvet saca a colación una lista de productos químicos de siniestra reputación: el bisfenol A, ftalatos, DDT, atrazina y otros pesticidas, sin olvidar los antibióticos, que se sospecha son un factor de obesidad.
Estas sustancias contaminantes, que a menudo perturban el sistema hormonal, pueden tener una vida increíblemente larga: seis siglos para que la cantidad del insecticida clordecona se reduzca a la mitad, y en el caso de los piralenos (PCB) de 94 días a 2 mil 700 años. Todas estas sustancias tienen “efectos demostrados, que afectan a la descendencia a lo largo de muchas generaciones y crean un fenómeno a largo plazo” del que aún no se conocen todas las consecuencias.
Por suerte, la medicina tiene los remedios para algunos de estos males. Por ejemplo, ya se ha logrado en ratones la fabricación de espermatozoides en laboratorio a partir de células madre, y en el futuro se perfila el útero artificial, en cincuenta años, aventura el biólogo.
Los avances médicos ofrecen al ser humano la posibilidad de vivir más años, pero “la esperanza de tener una vida sana está estancada”, advierte el científico. Y tampoco es seguro que la medicina predictiva, que a partir de la genética determina el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades, logre invertir la tendencia.
“Ya somos la única especie que sabe que va a morir. Ahora tal vez vamos a saber de qué, lo que no es necesariamente muy bonito”, afirma Jean-François Bouvet.