Según un informe de la policía surcoreana, en 2010 solicitaron la eliminación de 80 mil 449 comentarios en internet por supuestamente hacer apología del régimen norcoreano, una cantidad 45 veces superior a las actuaciones llevadas a cabo en todo 2009 y 2008.
Las autoridades surcoreanas se valen de la ley de Seguridad Nacional, que prohíbe difundir informaciones elaboradas por medios norcoreanos o que ensalcen el régimen comunista, con el que se encuentran técnicamente el guerra, para imponer su control.
El régimen comunista de Corea del Norte, donde la libertad de información está proscrita, y Corea del Sur viven separados por una frontera casi inexpugnable desde 1953 cuando un armisticio, y no un tratado de paz, puso fin a una brutal guerra de tres años.
Con la llegada del gobierno conservador del presidente Lee Myung-bak en febrero de 2008, que prometió mano dura contra el régimen de Kim Jong-il, las denuncias e investigaciones a sospechosos de simpatizar con Corea del Norte se han multiplicado.
En 2007, solo cinco casos de apología del comunismo norcoreano en internet fueron llevados a los tribunales; en 2009 ese número ascendió a 32 y el pasado año fueron 82 los procesos de este tipo.
La fundación estadounidense Freedom House define a Corea del Sur en su informe de este año sobre internet como un país con “libertad parcial” en la red y recuerda que se detiene a blogueros por comentarios que van contra una ley de aplicación muy subjetiva.
El informe destaca que Corea del Sur exige en los portales de internet con más de 100 mil visitas al día darse de alta con el nombre real, con lo que condiciona las opiniones en sitios como los famosos “cafés de internet” (una mezcla de blog y foro).
Es popular el caso de YouTube, que se negó a pedir el número de identificación y el nombre real para acceder al servicio, pero que por esa misma ley se ha visto obligado a inhabilitar la opción de subir vídeos en su dominio surcoreano.
Muchos internautas del país asiático han optado por trasladarse a servicios extranjeros de redes sociales o correos electrónicos, para impedir la intromisión del Gobierno en sus contenidos.
Pero incluso en el oasis que ofrecían las cuentas de Twitter o Gmail, las autoridades surcoreanas han conseguido acotar el terreno.
En abril de este año la Justicia surcoreana condenó a dos años de prisión suspendida a un usuario de Twitter que “retuiteaba” comentarios de una cuenta pro norcoreana a la que no se tiene acceso desde Corea del Sur.
Asimismo, la semana pasada el diario Hankyoreh reveló que el servicio de espionaje surcoreano asaltó una cuenta de Gmail para buscar pruebas de comportamientos pro norcoreanos, pese a que muchos internautas habían buscado refugio en estos servicios por no estar controlados por compañías locales.
La policía bloquea el acceso desde Corea del Sur a páginas norcoreanas o que promuevan la unificación, aunque no tengan vinculación directa con el gobierno comunista de Pyongyang o estén ubicadas en servidores de terceros países como Japón.
Todo esto para algunos internautas surcoreanos restringe el principio básico de libertad de opinión y pensamiento crítico necesario en una sociedad democrática como la surcoreana.
El enviado de la ONU para la libertad de expresión, Frank La Rue, publicó en 2010 un crítico informe sobre las restricciones en internet en Corea del Sur y denunció que desde 2008 se interpreta de manera más estricta la ley de Seguridad Nacional.
La Rue opina que desde ese año la libertad en el ciberespacio surcoreano he mermado, una situación preocupante para una sociedad en la que el uso de internet como medio de opinión pública es de los más extendidos del mundo.